China toma conciencia de la urgencia de una nueva reforma bancaria tras la crisis de sus países vecinos

Desde el inicio de la crisis asiática, las más altas autoridades políticas y monetarias de Pekín sufren, más que de costumbre, de "reunionitis" aguda. El objeto de esta agitación febril es prevenir a China contra los riesgos de un contagio que, desde Tailandia a Corea, ha afectado a todos sus vecinos. A pesar de las declaraciones tranquilizadoras del presidente Jiang Zemin sobre la solidez de la economía china y el vigor de sus exportaciones, el volumen de torres inacabadas en Shangai, y los aproximadamente 250.000 millones de dólares (37,5 billones de pesetas) de créditos dudosos en el balanc...

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Desde el inicio de la crisis asiática, las más altas autoridades políticas y monetarias de Pekín sufren, más que de costumbre, de "reunionitis" aguda. El objeto de esta agitación febril es prevenir a China contra los riesgos de un contagio que, desde Tailandia a Corea, ha afectado a todos sus vecinos. A pesar de las declaraciones tranquilizadoras del presidente Jiang Zemin sobre la solidez de la economía china y el vigor de sus exportaciones, el volumen de torres inacabadas en Shangai, y los aproximadamente 250.000 millones de dólares (37,5 billones de pesetas) de créditos dudosos en el balance de los cuatro grandes bancos públicos, indican que China sufre en muchos aspectos los mismos males que sus vecinos.

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Su inmunidad actual no se debemás que a la convertibilidad parcial del yuan, que entre otras cosas impide a los inversores tomar posiciones contra su moneda. Sin embargo, esta crisis tendrá sus repercusiones. "Las crisis bancarias que han estallado en Tailandia y en Corea han hecho ver al gobierno chino la urgencia de una reforma en profundidad de su sistema bancario", opina Geng Xiao, profesor asistente en la Universidad de Hong-Kong y especialista en el sistema financiero chino. Si bien la reforma de los bancos comenzó en 1994, con la constitución de cuatro bancos públicos y la creación, de la nada, de tres bancos de desarrollo, ésta no ha modificado verdaderamente los modos de distribución del crédito heredados de la planificación y basados en un sistema de cuotas más que en un análisis del riesgo. Los bancos siguen siendo un instrumento del socialismo. Pero si bien el hundimientode las monedas y las quiebras bancarias han resaltado la urgencia de la reforma, éstas más bien han confundido las pistas a seguir. "De hecho", continua el economista financiero, "Pekín ha tomado conciencia de los fallos del modelo coreano, donde un mismo banco, basándose en las conexiones de negocios o políticas, ofrece crédito a los grupos locales para financiar su desarrollo, sin tener en cuenta la capacidad de reembolso de los prestatarios".El hundimiento del sistema bancario coreano ha hecho saltar por los aires el que fue por mucho tiempo uno de los modelos de inspiración de los reformistas. Pero la crisis tailandesa también les ha mostrado los riesgos de una liberalización demasiado rápida de los mercados, comenzando por los mercados de capitales, propensos a abandonar el país con la primera explosión de grisú.

Moneda convertible

Como lo resume Willy Wo-Lap, experimentado observador de la política en China, a pesar de las declaraciones oficiales emitidas en noviembre por el presidente Jiang Zemin en la cumbre de la APEC en Vancouver, Ias autoridades han emprendido una reevaluación completa de la política de apertura. Cuanto más importante sea el papel de los capitales extranjeros en la economía, más grandes son los riesgos de que se vea alcanzada por la tormenta financiera".Por eso Pekín se ha apresurado a poner en duda el paso a la última fase de la liberalización de los mercados de capitales: la convertibilidad plena y entera del yuan. Hasta hace poco prevista para el año 2000, ha sido aplazada sine die a mediados de septiembre. "La situación del sistema bancario no permite en ningún caso una liberalización integral de las operaciones de capitales", explica el economista chino Geng Xiao. Si el yuan fuese convertible, todos los ahorradores convertirían sus ahorros en dólares y los transferirían a bancos extranjeros. Esto provocaría un hundimiento inmediato de los bancos chinos y de la moneda".

Se puede ver que la crisis asiática ha venido en un momento decisivo para China. El de las grandes decisiones estratégicas que decidirán las reglas de financiación de la economía china en el alba del siglo XXI. "El momento es excelente", afirma Geng Xiao. Aunque la reforma de su sistema financiero se ha retrasado mucho, ésta se enfrenta hoy a los riesgos y a los límites de los dos sistemas: por un lado, un mundo bancario excesivamente protegido, que financia sin tener en cuenta el desarrollo de los grandes grupos. Por el otro, un sistema abierto y transparente, pero que exige una gestión rigurosa, gestión de la que hoy se encuentra muy alejada".

Análisis de riesgo

Alarmado por la situación de su sistema bancario, Pekín ha admitido que se imponía una reforma rápida de los bancos, apoyada en un sistema bancario transparente, bien controlado y dotado de un análisis de riesgo digno de los grandes bancos internacionales. Pero si estas orientaciones de carácter general han sido tomadas en consideración con motivo de una conferencia a puerta cerrada que reunió a mediados de noviembre a los ejecutivos centrales y regionales de la Banca Popular de China, "ninguna medida radical de restructuración de los bancos ha sido decidida", explica Jean-Michel Piveteau, Director de Paribas para China. "Ni la apertura de su capital a los inversores exteriores, cuya idea aún no pasa por las mentes de los reformadores. Ni siquiera la transferencia, a una estructura de garantía, de una parte de los créditos irrecuperables de los bancos públicos, a semejanza de lo que se ha hecho en Francia o en Estados Unidos, y que les habría permitido recomenzar partiendo de nuevas bases".Aparte de la reorganización del banco central, destinada a emancipar sus representaciones regionales de la tutela de los poderes locales, las autoridades han pospuesto para más adelante la aceleración de la restructuración del sistema bancario chino. "Las autoridades van a poder elegir una vía de reforma con conocimiento de causa", subraya Geng Xiao, "y a poner en funcionamiento los cortafuegos necesarios. La crisis asiática quizás tenga el efecto inmediato de diferir la reestructuración del sistema financiero. Pero ésta permitirá a Pekín poner en funcionamiento una solución más conveniente para su economía".

Agotados por la supervivencia de las grandes sociedades estatales, y temerosos de aumentar más su reserva de créditos incobrables, los cuatro grandes bancos que constituyen la fuente del 75% del crédito en China ya casi no financian a las cooperativas y a otras sociedades privadas que han sido en los últimos 18 años el motor del crecimiento.

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