Cartas al director

Documentos TV: los niños de Perú

Hola, Quique. Te escribo desde el otro lado del mundo, al cobijo de una vela y una luz que te representan. Aún sigues en mi memoria. Todavía conservo tu imagen, menuda e inquieta entre mis pensamientos. Tu cuerpo de viejo habla de la fragilidad de tu edad, pero tu espíritu es fuerte y sabio. Me destrozaste el corazón cuando te vi. Me quedé roto. De nuevo, las palabras se mostraron estériles y el silencio sustituyó al comentario fácil e ingenuo. Manos y lágrimas acompasadas al ritmo del trabajo. Conservo tu fortaleza y ya no me quejo. La queja, como la violencia, es la disculpa de los débiles. ...

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Hola, Quique. Te escribo desde el otro lado del mundo, al cobijo de una vela y una luz que te representan. Aún sigues en mi memoria. Todavía conservo tu imagen, menuda e inquieta entre mis pensamientos. Tu cuerpo de viejo habla de la fragilidad de tu edad, pero tu espíritu es fuerte y sabio. Me destrozaste el corazón cuando te vi. Me quedé roto. De nuevo, las palabras se mostraron estériles y el silencio sustituyó al comentario fácil e ingenuo. Manos y lágrimas acompasadas al ritmo del trabajo. Conservo tu fortaleza y ya no me quejo. La queja, como la violencia, es la disculpa de los débiles. En todo el tiempo que te vi, ni un solo lamento, ni una voz de amargura o tristeza. Ni siquera te sientes ofendido por una situación de la que no eres responsable. Las obligaciones están en otro lado más zafio e hipócrita, donde el dolor ha sido sustituido por la indiferencia.Tu seguridad y confianza es devastadora y alimentas en mí el porvenir de esta humanidad porque sé que en algún lugar de este mundo hay un niño-hombre, un niño-sabio, un niño-Dios, que arrima el hombro para sostenernos a todos los hombres-niños.

Te debemos una infancia de azul y sol. Gracias, porque me has devuelto la confianza en el ser humano, restituyéndonos a todos la dignidad y la bondad de la vida. Nadie nos arrebatará la esperanza. Usaremos tus lágrimas para regar nuestras secas tierras, cada día más yermas. Vive, mientras nosotros agonizarnos. Hasta siempre-.

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