Reportaje:PLAZA MENOR - PELAYOS DE LA PRESA

Tránsfugas, monjes y visigodos

La tradición oral que mantienen viva los habitantes de la zona afirma que el pueblo lo fundaron los godos, en particular un príncipe visigodo llamado Teodomiro, que, tras una vida de extravíos, vino a encontrarse con Dios y consigo mismo en estos andurriales y decidió, a su principesco albedrío erigir allí un monasterio para entregarse a la contemplación y la penitencia. Al parecer, sigue diciendo la leyenda, un considerable número de jóvenes de sus dominios decidieron seguir su ejemplo y cambiaron sus hábitos mundanos por toscos saya les frailunos puestos de moda por su señor.Frente a la trad...

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La tradición oral que mantienen viva los habitantes de la zona afirma que el pueblo lo fundaron los godos, en particular un príncipe visigodo llamado Teodomiro, que, tras una vida de extravíos, vino a encontrarse con Dios y consigo mismo en estos andurriales y decidió, a su principesco albedrío erigir allí un monasterio para entregarse a la contemplación y la penitencia. Al parecer, sigue diciendo la leyenda, un considerable número de jóvenes de sus dominios decidieron seguir su ejemplo y cambiaron sus hábitos mundanos por toscos saya les frailunos puestos de moda por su señor.Frente a la tradición oral se alza la voz de cronistas e historiadores que no han encontrado rastros documentales de la leyenda, y, fieles a la objetividad, que es norma de obligado cumplimiento para los de su oficio ,prefieren situar el nacimiento de Pelayos de la Presa a mediados del siglo XII y en el en torno de algunos eremitorios que se habían ido instalando en las feraces riberas del Alberche, sin que exista constancia de la existencia de ningún Teodomiro, fundador y promotor de la urbanización religiosa de tales contornos.La fecha oficial de la fundación se pospone al año 1.205, cuando el rey Alfonso VIII, llamado El Bueno, hace gala. de su real apodo y perdona los delitos cometidos por los bandoleros y maleantes que, siguiendo la huella de los frailes y ermitaños, pero con fines muy distintos, habían encontrado refugio en una comarca casi despoblada e invadida de fieras y alimañas (humanas o no). El buen rey concedió su amnistía a condición de que los amnistiados poblaran el valle y vivieran con quietud y sosiego, sin hacer mal a nadie, bajo la tutela y, protección de los monjes del Císter reformado, instalados allí desde el año 1177.

Herederos de príncipes, monjes o bandoleros, los actuales pobladores de Pelayos de la Presa, que son poco mas De mil, se ven invadidos con la llegada del buen tiempo por tribus de urbanitas que decuplican su número y vienen a gozar de los encantos naturales del pantano de San Juan y de lo! bosques de su entorno. El pantano, mínimo mar interior y mesetario, es una escuela para marineros de Agua dulce, navegantes a vela o a máquina, con la obligación de usar combustible sin plomo para no contaminar las aguas del Alberche, preservando el hábitat natural de las bogas y los barbos que forman la fáuna piscícola más abundante el pantano.

Más de 10.000 madrileños de capital han repoblado los contornos el embalse fundando colonias y urbanizaciones, eremitorios laicos donde rinden culto a la naturaleza, eso sí, urbanizada y domada para que la transición del asfalto a la tierra no sea demasiacio brusca y a ser posible se realice sobre una alfombra de césped.

Las poderosas y desoladas ruinas del antiguo monasterio cisterciense, hoy propiedad privada, claman a gritos por una rehabilitación que reivindique su memoria, su dignidad y su glorioso pasado histórico en un paisaje colonizado definitivamente para el ocio y el descanso de los fatigados pobladores de la gran urbe metropolitana. Los nativos y residentes de Pelayos de la Presa celebran sus fiestas en familia, en invierno, cuando sus huéspedes se han ido, o en primavera, cuando aún no han llegado. Pero los invasores han dejado su impronta indeble en los modos de vida de un pueblo que, como tantos otros e la Comunidad, ya no vive el campo y sus productos, sino e la construcción y los servicios al turismo.Pelayos de la Presa se ha beneficiado de este flujo migratorio, que ha cambiado su fisonomía y también sus hábitos. Un cambio que en varias ocasiones ha provocado enfrentamientos y contenciosos en fechas recientes dentro del Ayuntamiento. Los intereses inmobiliarios del anterior alclde, Carlos Hernández Ramos, del PP, y sus reiterados y solapados intentos de recalificar terrenos de su propiedad para construir en ellos, provocaron antes del verano una noción de censura encabezada por dos concejales de su propio partido que trataban de frenar por todos los medios una supuesta operación especulativa, cuyos beneficios, según informaciones difundidas por la prensa, podrían haber alcanzado los 10.000 millones de pesetas.Félix Rubio Pastor, entonces primer teniente de alcalde, y el concejal Rubén Darío Hernández denunciaron las maniobras del alcalde Hernández Ramos ante la organización de su partido para justificar su postura, aportando una exhaustiva documentación acreditativa de sus acusaciones y justificativa de una moción que terminaría con el gobierno municipal del PP, porque Rubio Pastor, el nuevo alcalde de Pelayos, y su compañero denunciante fueron expulsados del partido y acusados de "tránsfugas", pese a que el propio Hernández Ramos había reconocido en unas declaraciones al diario Abc que, en efecto, había estado obrando a favor de una recalificación de terrenos de los que es copropietario.

Frustrada la operación urbanística y defenestrado el alcaláe especulador, el nuevo -alcalde, veterano militante e interventor del PP en la zona desde las primeras elecciones, aún no ha asimilado la defección de su partido y los insultos, agresiones y amenazas que llovieron sobre el con motivo que esta vieja querella feudal y caciquiles. Para huir de obsoletos modos caciquiles, el actual alcalde de Pelayos quiere someter a referéndum el destino del edificio de las antiguas escuelas, construido en tiempos de la República, que el Ayuntamiento propone demoler para abrir una plaza. A la demolición se oponen algunos vecinos para los que el edificio tiene más valor sentimental que arquitectónico, que también lo tiene como testimonio de una época y de una cultura maltratada y como construcción funcional y horizontal que no desentona con la arquitectura tradicional de la zona, en franca regresión ante las modernas edificaciones.

El nuevo alcalde discute democráticamente con algunos opositores al proyecto en el confortable refugio de La Casa Vieja, un establecimiento tradicional cuyo propietario exhibe dotes de alquimista en la preparación de licores y aguardientes elaborados con frutos de la comarca, endrinas, pasas, nueces, membrillos y hierbas aromáticas que pueblan este valle otrora apacible y bucólico.

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