Entrevista:

"Velázquez huyó de la religión mediante la mitología"

El periodista Manuel Hidalgo (Pamplona, 1953) acaba de regresar a la literatura con una novela que remueve la identidad de Madrid hasta los tuétanos. Se trata de La infanta baila, un relato basado en la fuga de las figuras velazqueñas de sus lienzos del Museo del Prado. La magia, el humor y la ambigüedad, fundidos sabiamente por su pluma, se trenzan de manera fresca y chispeante con las vidas de personajes de la marginalia de la ciudad. El resultado es un retablo vivo, chocante, del que fluye espontáneamente esa perplejidad fascinada que sólo los mejores narradores consiguen despert...

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El periodista Manuel Hidalgo (Pamplona, 1953) acaba de regresar a la literatura con una novela que remueve la identidad de Madrid hasta los tuétanos. Se trata de La infanta baila, un relato basado en la fuga de las figuras velazqueñas de sus lienzos del Museo del Prado. La magia, el humor y la ambigüedad, fundidos sabiamente por su pluma, se trenzan de manera fresca y chispeante con las vidas de personajes de la marginalia de la ciudad. El resultado es un retablo vivo, chocante, del que fluye espontáneamente esa perplejidad fascinada que sólo los mejores narradores consiguen despertar en los lectores avisados.Pregunta. ¿Acude a la historia para redimir el pasado de Madrid o bien para expiar el presente?

Respuesta. A través de la pintura he querido reforzar una imagen neobarroca y abigarrada que pone en evidencia lo que es este final de siglo en una gran ciudad.

P. ¿Es novela, drama, comedia, relato cinematográfico o, simplemente, literatura de ameno divertimento?

R. Es una novela; lo que sucede es que consta de elementos dramáticos, sin ser un drama, y de elementos de humor, sin ser una comedia. La arquitectura de su trama, su ritmo y estructura, me han exigido un prolongado esfuerzo.

P. En su novela, ¿qué es Madrid, personaje, actor o escenario?

R. Es el escenario, pero quizá también es un personaje cuyas tripas, corazón y cerebro quedan desvelados. Al tratarse de una novela coral, ninguno de los personajes que en ella comparecen llega a tener tanto protagonismo como la propia ciudad en sí misma.

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P. ¿Qué le llevó a sacar las figuras de sus lienzos, su albedrío o quizá alguna petición de parte de los interesados?

R. Mi albedrío como fabulador, conectado a viejas ensoñaciones que viajan a través del túnel del tiempo. Las figuras de Velázquez se hacen presentes en el presente.

P. ¿Qué le llevó a sellar con la mudez más absoluta a los personajes?

R. No son personajes, son imágenes. En la novela hay un discurso sobre la imagen, que acaba por confundirse con la realidad. No hablan, son portadoras de sensaciones y de sentimientos que llevan al extremo esa identidad imaginaria.

P. ¿Habló previamente con alguna de esas figuras?

R. No, no.

P. ¿Cree en verdad en algún componente mágico o misterioso en la figura y en la obra de Diego Velázquez?

R. No. Me sorprende lo poco de su tiempo que dedicó a la pintura religiosa, preceptiva en su época, de la cual se escabulló a través de la mitología.

P. ¿Tendría usted el coraje de pasar una noche a solas ante los cuadros de Velázquez dentro del Museo del Prado?

R. Me temo que no. Es recinto de máxima seguridad...

19.00 Presentación de La infanta baila. FNAC. Preciados, 28.

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