GESTIÓN

Las obras del 'Leguidú' llevan más de seis meses paradas por falta de presupuesto

Joaquin Leguina, presidente regional socialista, tuvo un sueno: convertir la vieja fábrica de cervezas El Águila en un enorme centro cultural. Alberto Ruiz-Gallardón, su sucesor en el cargo, tiene ahora una pesadilla: durante meses ha estado pensando qué hacer con la vieja fábrica de cervezas, y ahora que lo sabe (la futura biblioteca regional y un nuevo archivo), no tiene dinero.La Consejería de Hacienda bloquea desde hace seis meses los primeros 130 millones de pesetas del presupuesto público que servirían para iniciar la biblioteca. Hacienda arguye que la Consejería de Educación y Cultura, ...

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Joaquin Leguina, presidente regional socialista, tuvo un sueno: convertir la vieja fábrica de cervezas El Águila en un enorme centro cultural. Alberto Ruiz-Gallardón, su sucesor en el cargo, tiene ahora una pesadilla: durante meses ha estado pensando qué hacer con la vieja fábrica de cervezas, y ahora que lo sabe (la futura biblioteca regional y un nuevo archivo), no tiene dinero.La Consejería de Hacienda bloquea desde hace seis meses los primeros 130 millones de pesetas del presupuesto público que servirían para iniciar la biblioteca. Hacienda arguye que la Consejería de Educación y Cultura, que es la responsable del proyecto, ha gastado demasiado dinero en otras obras. Para todo, dice Hacienda, no hay dinero.

Ni Gustavo Villapalos, consejero de Cultura, ni Antonio Beteta, consejero de Hacienda, quieren hacer muchas declaraciones. Ambos aseguran que todo está "casi arreglado". Aunque tarde, muy tarde. Beteta dice que Ias obras se iniciarán en l998".

Cuando Alberto Ruiz-Gallardón llegó al Gobierno regional se encontró con la herencia socialista del Leguidú. Con este nombre se conoce el proyecto de Joaquín Leguina de recuperar la vieja fábrica de cervezas, un conjunto de 11 edificios neomudéjares que ocupan unos 30.000 metros" cuadrados del barrio de la Arganzuela.Inagurarlo en 1997

En 1994 se presentó el proyecto, que incluía galerías de arte, salas de teatro, de danza, seis minicines, la biblioteca del distrito y pequeños comercios. Los responsables regionales calcularon que el centro cultural abriría sus puertas en 1997.

Pero en 1996 no se había puesto ni un ladrillo. Ruiz-Gallardón confesó entonces no saber qué hacer con el centro cultural. "Tenía dos opciones: hacer el Leguidú o resucitar el Círculo de Bellas Artes. Y opté por la segunda. Los dos centros juntos en Madrid serían incompatibles", dijo el presidente. Así moría, de momento, el proyecto cultural del Leguidú.

Pero, a principios de año, la Comunidad volvió a cambiar de opinión. Decidió que el fallido centro cultural se convirtiese en la biblioteca y depósito regional de libros.

Con 130 millones se tenía suficiente para comenzar los trabajos. Cuando las obras estuviesen acabadas, el Leguidú podría almacenar casi dos millones de libros. Estos ejemplares se guardan actualmente en los depósitos de Camarma de Esteruelas, la calle de Azcona y la biblioteca del distrito de Chamberí.

La Comunidad decidió dividir en dos anualidades la inversión: un primer plazo, este año, de 130 millones, y un segundo de 1.600 en 1998. Sin embargo, el primer dinero no ha llegado nunca, a pesar de que Cultura lo tiene aprobado.

Fuentes de la consejería lo explican así: "La Dirección General de Patrimonio ha asignado [gasto previsto, aunque no efectivamente hecho] este año demasiado dinero a inversiones. Ha superado el gasto permitido, por lo que Hacienda ha decidido cortar el grifo. Una buena parte de la culpa la tienen las obras de rehabilitación del convento de la Madre de Dios, en Alcalá, donde estará el futuro museo arqueológico de la Comunidad".

El presidente regional, Alberto Ruiz-Gallardón, olvidó este inconveniente cuando explicó el pasado jueves en el pleno de la Asamblea el grado de cumplimiento de sus compromisos. Aunque la izquierda regional le recordó el fracaso y el retraso del proyecto cultural para la vieja cervecera, Ruiz-Gallardón no reaccionó.

El desbloqueo de la situación está sólo en manos del consejero de Hacienda, que puede elevar al Consejo de Gobierno una modificación del gasto. Pero Beteta se niega a hacerlo.

En los últimos días, representantes de Cultura y Hacienda han llegado a un acuerdo "no escrito": desbloquear la situación el año próximo, invirtiendo 900 millones en 1998 y la misma cantidad el año siguiente. Más retrasos.

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