FESTIVAL DE OTOÑO

El teatro marca la diferencia

Mientras que la programación de música es escasa y con pocas sorpresas, y la de danza ofrece doce espectáculos cargados de figurones, la oferta teatral rezuma equilibrio e inteligencia en sus 24 espectáculos.Para los fagocitadores de teatro denso, de factura impecable y con cargas de profundidad en sus entrañas están, entre otras cosas, dos golosinas para paladares exquisitos: Elsinor, una recreación en torno a Hamlet del gran director teatral y cinematográfico canadiense Robert Lepage; y Measure for Measure (Medida por medida) de Shakespeare, con dirección de Stéphane Braunschwe...

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Mientras que la programación de música es escasa y con pocas sorpresas, y la de danza ofrece doce espectáculos cargados de figurones, la oferta teatral rezuma equilibrio e inteligencia en sus 24 espectáculos.Para los fagocitadores de teatro denso, de factura impecable y con cargas de profundidad en sus entrañas están, entre otras cosas, dos golosinas para paladares exquisitos: Elsinor, una recreación en torno a Hamlet del gran director teatral y cinematográfico canadiense Robert Lepage; y Measure for Measure (Medida por medida) de Shakespeare, con dirección de Stéphane Braunschweig, el director europeo sobre el que están recayendo todas las miradas.

En el mismo territorio encontramos espectáculos como La Tempestad, también del autor británico, con dirección de Calixto Bieito y un buen plantel de actores catalanes que trabajan en esta ocasión en castellano; Fausto, de Goethe, con versión y dirección del prestigiado escenógrafo aleman Götz Lopelmann; Máquina Hamlet, obra emblemática de Heiner Múller, uno de los más grandes autores de este siglo, que aborda la Compañía Periférico de Objetos; o las tres obras del grupo húngaro Katona.

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En cuanto al género del teatro musical, las cuatro obras programadas son exquisitas: Carmen, ópera andaluza de cornetas y tambores de Salvador Távora; Sweeney Todd, de Stephen Sondheim con dirección de Mario Gas; Hanna Schygulla, la actriz musa de Fassbinder que trae lo mejor de su repertorio de canciones, y La Gran Scena Company, que muestra cómo la ópera romántica y cómica pueden ser una misma cosa, y más aún si un grupo de hombres con voces exquisitas se transforman en divas.

Si alguien busca experiencias insólitas o rompedoras, que acuda a la cita con Jango Edwards, el hombre más hábil y con más geta del universo encima de un escenario. Que no se pierda el nuevo invento escénico del colombiano Enrique Vargas o se pase por el Museo del Ferrocarril, donde el autor y director Jesús Campos, que afirma que a nuestro teatro le sobra comedimiento, estrena A ciegas, un montaje con espacio insólito, de oscuras profundidades y cercano al teatro del absurdo.

Estos degustadores de sensaciones nuevas no pueden perderse tampoco Zigurat, producción gastronómico-teatral con textos de Manuel Vicent.

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Para pasárselo bien y descubrir que el teatro "pobre", frente a las producciones de grandes parafernalias, está lleno de ingenio e imaginación, se puede ir a ver Torito Bravo, espectáculo de la Compañía Txirene Teatro con canciones y música del ecléctico Jaume Sisa; Lobas y Zorras, obra de la que su autor, Francisco Nieva, dice que son "historias para enrojecer".

Dentro de este grupo está también La danza de las gallinas, espectáculo de la compañía belga Abel&Gordon; El rey de los animales es idiota, obra "impúdica e inclasificable" con la que el director y actor Carlos Marquerie se lanza a la autoría teatral; Flesh (Carne), espectáculo que la compañía británica Frantic Asembly ha subtitula do Lo que ves es lo que consigues; Mateo, obra de Armando Discépolo, autor fundamental del teatro argentino; y Medea Mix, creación colectiva en la que se recurre a todas las Medeas de la literatura dramática. También se podrá ver en este festival La Dama Boba, comedia de Lope de Vega dirigida por Jaroslaw Bielski; o las tres piezas (dos de Strindberg y una de Pirandello) que sirven para lanzar a la Compañía del Círculo; Si la Joconde avait des jambes (Si la Guioconda tuviera piernas), del francés Théâtre du Movement, montaje de muchas risas al igual que Stop Calling me Vernon (Deja de llamarme Vernon) de la compañía inglesa de teatro cómico; y Con el amor no se juega, de Alfred de Musset, por la Compañía del Olivar.

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