El director del Cesid niega que el servicio secreto tenga demasiados agentes

Al servicio secreto español, con unos 1.800 agentes en plantilla, no le sobran efectivos. Así piensa, por lo menos, su máximo responsable, el director general del Cesid, Javier Calderón, quien ayer realizó su primera intervención pública desde que tomó posesión del cargo, en mayo de 1996. Calderón rechazó la idea de que la reducción de las fuerzas armadas occidentales, tras el final de la guerra fría, deba ir acompañada de una reducción de los servicios secretos.

Al contrario, argumentó Javier Calderón: "A menos Fuerzas Armadas, más Inteligencia. La reducción de los ejércitos sólo puede...

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Al servicio secreto español, con unos 1.800 agentes en plantilla, no le sobran efectivos. Así piensa, por lo menos, su máximo responsable, el director general del Cesid, Javier Calderón, quien ayer realizó su primera intervención pública desde que tomó posesión del cargo, en mayo de 1996. Calderón rechazó la idea de que la reducción de las fuerzas armadas occidentales, tras el final de la guerra fría, deba ir acompañada de una reducción de los servicios secretos.

Al contrario, argumentó Javier Calderón: "A menos Fuerzas Armadas, más Inteligencia. La reducción de los ejércitos sólo puede compensarse sabiendo más, sabiendo mejor y sabiendo antes, precisamente para que en caso de necesidad esa fuerza más limitada se pueda emplear con mayor eficacia".El director del Cesid participó junto a su colega alemán, el presidente de la Oficina de Defensa de la Constitución (BND), servicio secreto exterior de la RFA, Hansjörg Geiger, en el V Curso Internacional de Defensa, organizado en Jaca (Huesca) por la Academia General Militar y la Universidad de Zaragoza. Ambos se refirieron a las relaciones de los servicios secretos con la opinión pública y los medios de comunicación, partiendo de dos situaciones muy similares: Javier Calderón y Hansjörg Geiger, que llegaron a sus respectivos puestos hace 16 meses, tuvieron que afrontar el desprestigio causado por los escándalos del GAL y las escuchas, en el caso del Cesid, y del tráfico de plutonio, en el del BND.

Geiger advirtió que "cualquier institución del Estado debe rendir cuentas a la sociedad de sus actividades y su eficacia para ser aceptada por ella, y esto vale de manera especial para los servicios de inteligencia". De su lado, Calderón confesó que "es muy desagradable servir a una sociedad que desconfía de uno".

El director del Cesid aludió veladamente a las noticias sobre supuestas actividades ilegales del servicio secreto que han proliferado en los últimos años. Parafraseando a Borges, dijo: "Uno tiene que resignarse a la infamia". Explicó que los miembros del centro no pueden utilizar la información de que disponen ni siquiera para desmentir imputaciones falsas. "Los servicios de inteligencia", aseguró, "son muy potentes para defender al Estado y muy .débiles para defenderse a sí rnismos".

Calderón se mostró confiado en que la nueva ley de secretos oficiales se apruebe en esta legislatura, aunque dijo comprender que el Gobierno, que ha aparcado el proyecto, tenga otras prioridades. Abogó, en todo caso, por una definición restrictiva del secreto.

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