Cartas al director

Irritación

Siempre me había dicho que jamás escribiría a ningún periódico en la sección Cartas al director, por defender el principio de que cada ciudadano puede hacer lo que quiera siempre que no perjudique a los demás, pero, ¡ay Dios!, el otro día leí, con estupor e indignación, en su periódico que el padre del señor Javier de la Rosa había "resucitado después de estar 17 años "muerto". Según la información periodística decía, su "tumba" había sido su residencia habitual en Barcelona. En la misma ciudad que realizó la tropelía de apoderarse de lo ajeno.Ahora el personaje se pasea bremente por la...

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Siempre me había dicho que jamás escribiría a ningún periódico en la sección Cartas al director, por defender el principio de que cada ciudadano puede hacer lo que quiera siempre que no perjudique a los demás, pero, ¡ay Dios!, el otro día leí, con estupor e indignación, en su periódico que el padre del señor Javier de la Rosa había "resucitado después de estar 17 años "muerto". Según la información periodística decía, su "tumba" había sido su residencia habitual en Barcelona. En la misma ciudad que realizó la tropelía de apoderarse de lo ajeno.Ahora el personaje se pasea bremente por la zona alta porque su delito ya ha prescrito, y, claro, no devolverá lo apropiado indebidamente. No podemos olvidar que era dinero público, de nuestros impuestos. Indignada, me pregunto: ¿Es que la policía es una incapaz? Yo misma me respondo que no. ¿Es que los jueces son tan inútiles? También, me respondo que no. Irritada, llego a la conclusión de que los intereses creados debieron ser tantos, que no vigilaron y persiguieron a este individuo como la ley debía exigir, y que la justicia en este país no es igual para todos. Los que tienen más se van de rositas a su casa o prescriben los delitos por no instruir los casos con mayor celeridad; aquí sólo se persigue y se sanciona a los llamados raterillos, camellos, tironeros, emigrantes sin papeles...

Hechos como éste son indignantes para los ciudadanos que cumplimos y respetamos todas las normativas de un Estado de derecho, haciendo que no se crea en la denominada imparcialidad de la justicia, y se dude de la profesionalidad y abnegación de las fuerzas de Seguridad del Estado.- .

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