Tribuna:

Lecturas económicas

No es cierto, en contra de lo que se sugiere a veces, que leer libros de economía produzca enfermedades. En las páginas de algunos de ellos se encuentran, además de las explicaciones técnicas para entender lo que nos pasa, páginas memorables de filosofía y también de buena literatura. En los últimos tiempos se han multiplicado las publicaciones económicas, a pesar de que éstas sean siempre subsidiarias en los medios de comunicación.En primer lugar, los clásicos. La Consejería de Educación y Cultura de la Junta de Castilla, y León, entendiendo bien lo que tienen que hacer los organismos público...

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No es cierto, en contra de lo que se sugiere a veces, que leer libros de economía produzca enfermedades. En las páginas de algunos de ellos se encuentran, además de las explicaciones técnicas para entender lo que nos pasa, páginas memorables de filosofía y también de buena literatura. En los últimos tiempos se han multiplicado las publicaciones económicas, a pesar de que éstas sean siempre subsidiarias en los medios de comunicación.En primer lugar, los clásicos. La Consejería de Educación y Cultura de la Junta de Castilla, y León, entendiendo bien lo que tienen que hacer los organismos públicos, han editado -paradójicamente- la obra magna del padre del laissez faire, Adam Smith, en cuatro tomos: Investigación de la naturaleza y causas de la riqueza, de las naciones, con una cuidadosa introducción de Enrique Fuentes Quintana y Luis Perdices de Blas. Ello coincide con la primera traducción completa en lengua española de otra de sus obras centrales, La teoría de los sentimientos morales, en edición de Carlos Rodríguez Braun (Alianza Editorial). Ambos textos se complementan muy bien.

Otro clásico del siglo XIX, sometido a relectura permanente, tiene presencia: John Stuart Mill. En la maravillosa Biblioteca 30º Aniversario de Alianza (y con un ensayo de Isaiah Berlin) ha sido reeditado el no menos maravilloso Sobre la libertad. También en Alianza, Ensayos sobre algunas cuestiones disputadas en economía política. Por último, otra reedición de los Principios de economía política" en el Fondo de Cultura Económica.

Para acabar con los liberales, hay un boom de los textos del más ortodoxo de los mismos, Friedrich A. Hayek. Entre ellos, Precios y producción. Una explicación de las crisis de las economías capitalistas y El nacionalismo monetario y la estabilidad internacional (ambos en edición de José Antonio Aguirre) en la biblioteca de grandes economistas del siglo XX (Ediciones Aosta). En Unión Editorial siguen publicándose sus obras completas, entre ellas el polémico volumen Contra Keynes y Cambridge.

Tampoco Keynes, el economista más influyente del siglo, está ausente de las publicaciones recientes. El primer volumen de esa biblioteca de grandes economistas de nuestro tiempo es el Tratado del dinero, que en su edición abreviada es la primera vez que se publica en nuestro país. Más a la izquierda y considerándole ampliamente como un libro de economía, acaba de aparecer una nueva edición del texto más leído de la historia: el Manifiesto comunista de Karl Marx y Friedrich Engels, con un tan interesante como polémico prólogo de Francisco Fernández Buey, El Viejo Topo; el fantasma que recorría Europa no ha desaparecido de las librerías.

Los economistas contemporáneos de dentro y fuera de nuestro país siguen reflexionando. Aleatoriamente citaré los ejemplos de cuatro libros con mucha reflexión para estos años complejos. En el caso de España, El final de la edad dorada, de Carlos Solchaga (Editorial Taurus), una reivindicación de la política económica aplicada por los socialistas durante casi tres lustros; y una Historia del pensamiento económico heterodoxo, de Diego Guerrero (Editorial Trotta), un texto fuera del consenso entre socialdemócratas y liberales, que pretende aplicar la máxima de Joan Robinson: "Evitar ser engañado por los economistas". De los de fuera, dos libros muy sugestivos: El poder del razonamiento económico, Cómo entender la economía, del norteamericano Robert J. Barro, publicado en Celeste Ediciones (Colegio de Economistas de Madrid) y, desde una tendencia antagónica, las Tendencias autosubversivas de Albert O. Hirschman, continuación de las Retóricas de la intransigencia (Fondo de Cultura Económica).

Con algunas excepciones notables, el pensamiento económico que surge de las universidades y de las editoriales tiene, como demuestran estos libros, una componente hegemónica liberal.

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