Editorial:

El castillo de Anguita

LA PRESIDENCIA federal de Izquierda Unida corre, bajo Anguita, el riesgo de acabar siendo un organismo disciplinario e inquisidor, más que un órgano político. Ayer volvió a reunirse para generar amonestaciones, esta vez contra su organización gallega (EU-EG), por, haber osado establecer una alianza electoral con el partido socialista ante los próximos comicios en esa comunidad. La unidad de acción de la izquierda es hoy por hoy anatema para la mayoría comunista de IU. Nada de lo acaecido en el 34º Congreso del PSOE le afecta. A la oferta del nuevo secretario general, Joaquín Almunia, ha respon...

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LA PRESIDENCIA federal de Izquierda Unida corre, bajo Anguita, el riesgo de acabar siendo un organismo disciplinario e inquisidor, más que un órgano político. Ayer volvió a reunirse para generar amonestaciones, esta vez contra su organización gallega (EU-EG), por, haber osado establecer una alianza electoral con el partido socialista ante los próximos comicios en esa comunidad. La unidad de acción de la izquierda es hoy por hoy anatema para la mayoría comunista de IU. Nada de lo acaecido en el 34º Congreso del PSOE le afecta. A la oferta del nuevo secretario general, Joaquín Almunia, ha respondido burocráticamente que la necesitan por carta: programa, programa, programa.Anguita exige a la organización gallega que rectifique y rompa la alianza con los socialistas y amenaza, en caso contrario, con boicotearla negándole todo apoyo político y económico durante la campaña electoral. Más lejos no ha podido ir, ya que los estatutos establecen la autonomía política y organizativa de EU-EG. El líder de la organización gallega, Anxo Guerreiro, defendió sin éxito la iniciativa unitaria de la izquierda como fórmula para arrebatar la mayoría en Galicia al PP. Los representantes de Nueva Izquierda defendieron también esta alianza.

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Pero Anguita parece tener prioridades diferentes a las de intentar limitar los Gobiernos de la derecha, en Galicia o en el conjunto de España. Las obsesiones antisocialistas de Anguita y correligionarios, de tan larga tradición en la parte más tenebrosa de la historiografía comunista, son parte destacada entre ellas. Es posible que a la mayoría instalada en la presidencia de IU le haya parecido incluso brillante la tosquedad expuesta ayer por Anguita ante la petición de diálogo de los socialistas, a los que respondió con la consabida referencia a la necesidad de luchar contra la política de derechas, pero no de concentrarse en combatir al PP. El tiempo dirá si también se lo parece a los votantes de IU.

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