Las nanomáquinas y otras aplicaciones

Desde que en 1989 Heinrich Rohrer y Gerd Binning lograran escribir con 35 átomos de xenón el logotipo de IBM empleando el microscopio de efecto túnel, la herramienta cuyo invento les valió el Nobel y que ha permitido el despegue de toda la nanociencia, "los avances científicos en este campo han sido espectaculares", dice el mismo Rohrer. La posibilidad de manipular las unidades básicas de la materia ha estimulado la imaginación de los nacocientíficos, que llenan páginas y páginas de Internet con homenajes de Feynman por su visión de futuro y con inventos fantásticos de nanomáquinas que ,patrul...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Desde que en 1989 Heinrich Rohrer y Gerd Binning lograran escribir con 35 átomos de xenón el logotipo de IBM empleando el microscopio de efecto túnel, la herramienta cuyo invento les valió el Nobel y que ha permitido el despegue de toda la nanociencia, "los avances científicos en este campo han sido espectaculares", dice el mismo Rohrer. La posibilidad de manipular las unidades básicas de la materia ha estimulado la imaginación de los nacocientíficos, que llenan páginas y páginas de Internet con homenajes de Feynman por su visión de futuro y con inventos fantásticos de nanomáquinas que ,patrullan por el torrente sanguíneo a la caza de virus; nanopartículas que reparan ellas solas heridas de bala...Aunque sean fantasías, sí es cierto que no sólo los chips se beneficiarán de los avances de la nanociencia.Hermann Gaub, de la Universidad de Múnich, ha inventado un sistema que él llama "la pesca de la mosca" para medir la fuerza que mantiene plegadas las proteínas: en la punta de un microscopio de fuerzas coloca una molécula especialmente diseñada para ensamblarse a la proteína; después tira poco a poco y mide la resistencia de la proteína hasta que el ensamblaje se rompe.

Más información

Wanda Andreoni, de los laboratorios de IBM en Zurich, emplea un método de simulación parecido al de Uzy Landman, pero especializado sobre todo en sistemas biológicos, y estudia por ejemplo cómo se podría modificar la molécula cisplatino para conservar su poder antitumoral, pero disminuir su toxicidad para el organismo.

Y el grupo de James Glinzeski, también de IBM, ha construido con un microscopio de efecto túnel el acabado más pequeño del mundo: una estructura en la que las cuentas son fulerenos, moléculas de carbono con forma de balón de fútbol. "Hemos progresado mucho en el manejo de objetos en la nanoescala. Nuestro trabajo es un paso más en la nanoingeniería. Quizás pronto seamos capaces de construir estructuras más complejas molécula a molécula, igual que hace la naturaleza, y esto abrirá todo un nuevo campo de posibilidades y aplicaciones", afirma este experto.

Archivado En