Halladas muertas más de 40 focas monje en la costa mauritana

Más de cuarenta ejemplares de foca monje del Mediterráneo, uno de los mamíferos marinos más amenazados del planeta, han sido hallados muertos en las costas de la península de Cabo Blanco (Mauritania) durante la última semana. El número de ejemplares en todo el mundo se cifra entre 500 y 700. Según un comunicado de Isifer (Asociación para el Estudio y Conservación de la Foca Monje), en esta costa sobrevive la última gran colonia de la especie, compuesta por 270 ejemplares, lo que hace temer la extinción de la especie.Los primeros ejemplares muertos fueron encontrados el 17 de mayo por un invest...

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Más de cuarenta ejemplares de foca monje del Mediterráneo, uno de los mamíferos marinos más amenazados del planeta, han sido hallados muertos en las costas de la península de Cabo Blanco (Mauritania) durante la última semana. El número de ejemplares en todo el mundo se cifra entre 500 y 700. Según un comunicado de Isifer (Asociación para el Estudio y Conservación de la Foca Monje), en esta costa sobrevive la última gran colonia de la especie, compuesta por 270 ejemplares, lo que hace temer la extinción de la especie.Los primeros ejemplares muertos fueron encontrados el 17 de mayo por un investigador del proyecto de conservación de la especie en el que participan la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, la Universidad de Barcelona e Isifer, en colaboración con el Parque Nacional del Banco de Arguineguín y la Autoridad Mauritana de Conservación. Este proyecto se lleva a cabo con fondos del programa Life de la Unión Europea, el Ministerio de Medio Ambiente y la Viceconsejería de Medio Ambiente del Gobierno de Canarias.

La causa de la mortalidad de las focas aún está por determinar, aunque análisis efectuados por el Departamento de Genética de la Facultad de Veterinaria de Madrid han indicado la existencia de al menos tres algas de elevada toxicidad en las aguas próximas a la colonia de focas. Estas algas producen toxinas paralizantes que en concentraciones elevadas provocan la muerte de numerosos animales y que en el pasado han matado a numerosas ballenas, manatíes y delfines.

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