Tribuna:

Madrugá

Madrid es la capital de la copla, el flamenco, los toros, el rock urbano y las madrugás. El jueves, en Galileo Galilei, Martirio y Chano Domínguez demostraron una vez más que la tierra es redonda. La copla y el jazz deben ser considerados como pareja de hecho. A la misma hora, Enrique Morente y Lagartija Nick hicieron lo propio en La Riviera con el flamenco y el rock and roll. Una pasada maravillosa.Bien entrada la noche, los garitos del centro acogieron a seguidores entusiastas de ambos conciertos. Los pinchadiscos (que cada vez son más artistas y más protagonistas) obsequiaban ...

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Madrid es la capital de la copla, el flamenco, los toros, el rock urbano y las madrugás. El jueves, en Galileo Galilei, Martirio y Chano Domínguez demostraron una vez más que la tierra es redonda. La copla y el jazz deben ser considerados como pareja de hecho. A la misma hora, Enrique Morente y Lagartija Nick hicieron lo propio en La Riviera con el flamenco y el rock and roll. Una pasada maravillosa.Bien entrada la noche, los garitos del centro acogieron a seguidores entusiastas de ambos conciertos. Los pinchadiscos (que cada vez son más artistas y más protagonistas) obsequiaban a los noctámbulos con ensaladas mixtas de ritmos, tendencias y suspiros antidogmáticos. Los pinchas son los mejores portavoces de las estéticas musicales e indumentarias. Verlos maniobrar y moverse en sus cubículos es un espectáculo. Saben que tienen en sus manos los arrebatos de la basca; son. conscientes de su poderío y lo utilizan con todo desparpajo.

A pesar de todos los pesares, esto se mueve. Y este mayo está que lo rompe. Huele a toro (con permiso de Vicent) y a jazmines. Da la impresión de que se está fraguando una colosal arremetida contra el muermo que nos acosa desde las alturas. Algunos noctámbulos comienzan a sacudirse la modorra. Ya se nota en las madrugadas un ansia de vida, de aventura, de escarceos, de razonable frenesí.

También hay noticias melancólicas, como la desaparición de un entrañable garito de rock y billar americano, El Suplemento, de la calle de García de Paredes. El viernes el local se abarrotó para hacer un adiós apasionado. Hubo más de una lágrima, pero también muchas risas. Y una soberbia actuación de Ramón El Oso, que presentaba su disco Barrio Ladino, que empieza a sonar en las emisoras. El Oso (más madrileño que el madroño, sentimental como la ternura, taurino como el tendido alto del siete) es una parábola del nuevo Madrid marchoso, latino, mestizo y solidario.

Ladino, entre otras cosas, significa "astuto, sagaz, taimado". El renacimiento de la ciudad sólo puede ser llevado a cabo con astucia, pero con cierto toque de arrogancia y osadía, como El Oso. Viva la madrugá.

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