Editorial:

Asunto interno

El paso al euro se ha convertido en tema central de debate nacional en muchos otros Estados de la UE. Está en el centro de las dos grandes elecciones de esta primavera: las del Reino Unido y las de Francia. De hecho, el primer ministro conservador británico, John Major, ha convertido el antieuropeismo en su bandera en su intento de lograr para los tories un quinto mandato consecutivo. Habrá que esperar a ver cómo responden las urnas. Pues al obrar de este modo frente a su rival laborista, Tony Blair, Major ha hecho resurgir con fuerza las divisiones al respecto en su propio partido. Y e...

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El paso al euro se ha convertido en tema central de debate nacional en muchos otros Estados de la UE. Está en el centro de las dos grandes elecciones de esta primavera: las del Reino Unido y las de Francia. De hecho, el primer ministro conservador británico, John Major, ha convertido el antieuropeismo en su bandera en su intento de lograr para los tories un quinto mandato consecutivo. Habrá que esperar a ver cómo responden las urnas. Pues al obrar de este modo frente a su rival laborista, Tony Blair, Major ha hecho resurgir con fuerza las divisiones al respecto en su propio partido. Y en el Reino Unido los electores suelen castigar a los partidos divididos, como han comprobado en su propia carne durante años los laboristas. Blair parece querer pasar sobre el tema europeo como sobre ascuas. Aunque, reducidas a su mínima expresión en la izquierda las anteriores generaciones euroescépticas, el Nuevo Laborismo no tiene problemas ideológicos frente a Europa. Los tories, por el contrario, ven en Bruselas el anatema de las subvenciones públicas y el despilfarro.También en Francia, Europa -con, en el fondo, Alemania- es la razón última de la apuesta de Chirac por unas elecciones legislativas anticipadas. En primer lugar, para evitar que coincidan en la primavera de 1998 la decisión sobre la selectividad para el euro y los comicios. Pero en segundo lugar, porque el Gobierno habrá de tomar difíciles decisiones sobre recortes presupuestarios para cumplir con Maastricht. Chirac ha preferido asumir el riesgo de unas elecciones -cuyo resultado no está cantado de antemano- a tener que cambiar de primer ministro, sobre todo si era para trocar, a estas alturas del partido, al muy europeísta Alain Juppé por el euroescéptico Philippe Seguin. Ahora bien, la Asamblea que salga de estos comicios, que tienen mucho de referéndum sobre la moneda única, puede tener más resistencias al euro que la saliente. El propio Partido Socialista se muestra- crecientemente crítico no tanto con los objetivos del proyecto como con sus modalidades.

Es en Italia donde las previsiones económicas de primavera de la Comisión Europea han causado una auténtica conmoción. Indican que ese país, pese a sus esfuerzos, no va a cumplir el criterio principal, el del déficit, para estar en la línea de la primera salida hacia el euro en 1998. Italia se resiste a ser excluida. Y sería malo que este cofundador de las Comunidades Europeas quedara marginado. En este clima, Berlusconi le tiende la mano al Gobierno del Olivo, cuya supervivencia depende hoy de un partido muy, reticente a Maastricht: Refundación Comunista. El primer efecto puede llegar hoy en las elecciones municipales.

El racismo monetario que la Comisión hace saltar por los aires echa sus raíces en Alemania, un país donde una amplia mayoría de la población se resiste a cambiar su máximo símbolo nacional, el marco, por un dudoso euro. En parte porque participan en el proyecto economías de trayectoria histórica inflacionista a las que los alemanes temen unir su suerte. Kohl volverá a presentarse en las elecciones de otoño de 1998. Como contrincante, los socialdemócratas tendrán que optar entre un Lafontaine izquierdista y europeísta y un Schröder, centrista, pero con reservas ante la unidad monetaria.

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El euro se ha convertido en una cuestión de política interna en los países miembros. Es lógico y bueno que así sea. Maastricht se negoció a espaldas de los ciudadanos, lo que luego produjo un rebote amargo. La política europea es hoy tan importante para nuestras vidas como la nacional. Que en España haya un amplísimo consenso al respecto es un factor de fuerza para asegurar la participación de nuestro país en el euro. Pero tampoco estaría de más un poco más de debate al respecto. Pues una vez superado, la posición española será aún más sólida.

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