TESTIMONIO DE UN TRABAJADOR DE MARTUTENE

"No podemos traer a nuestras familias a esta tierra"

Ésta es la carta enviada a EL PAÍS por un funcionario de Martutene que, por razones de seguridad, desea permanecer en el anonimato. Su identidad y profesión han sido verificadas.

"Soy un funcionario de la prisión de Martutene que no puede conciliar el sueño hoy tras este nuevo atentado contra otro compañero. A las 3.00 me pongo a escribir para dar a conocer cómo es nuestra vida y la injusta realidad que nos toca vivir.Casi todos tenemos a nuestras familias a cientos de kilómetros y, teniendo en cuenta nuestro horario, pasamos separados de nuestros seres queridos cuatro días. Pero la mayor parte pasamos ocho días fuera de casa para así poder descansar ocho días. No podemos traer a nuestras familias a esta tierra por razones obvias de seguridad. Esos ocho d...

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"Soy un funcionario de la prisión de Martutene que no puede conciliar el sueño hoy tras este nuevo atentado contra otro compañero. A las 3.00 me pongo a escribir para dar a conocer cómo es nuestra vida y la injusta realidad que nos toca vivir.Casi todos tenemos a nuestras familias a cientos de kilómetros y, teniendo en cuenta nuestro horario, pasamos separados de nuestros seres queridos cuatro días. Pero la mayor parte pasamos ocho días fuera de casa para así poder descansar ocho días. No podemos traer a nuestras familias a esta tierra por razones obvias de seguridad. Esos ocho días nuestras jornadas son leoninas, debido a que doblamos [turnos] dos días. En los ocho días de trabajo, no suele salir nadie a la calle, y menos desde la muerte de nuestro compañero Elósegui.

Como se imaginarán, después de varios días en esas condiciones, nuestra cabeza es como una olla a presión a punto de estallar; con el agravante del difícil trabajo diario con los internos.

Casi la totalidad de la plantilla -por las mismas razones de seguridad- residimos en la propia prisión, en una residencia que reúne unas condiciones deplorables y en la cual hay bastantes menos camas que funcionarios. A pesar de esto, la Administración nos descuenta de nuestro sueldo un porcentaje para el pago de dicha residencia.

El sueldo base de un funcionario de Martutene es de 80.000 pesetas después de impuestos, que, sumadas a los complementos, nos da la suma de, aproximadamente, 170.000 pesetas al mes, a lo cual habrá que restar la residencia y otra cantidad para la limpieza de la misma.

Este centro penitenciario tiene menos categoría que otros del resto de España, pues cobramos menos. ¿Cómo es posible que perteneciendo al mismo Ministerio de Interior que los guardias civiles y la Policía Nacional destinados en el País Vasco no se tenga en consideración el riesgo que corremos y no se nos trate económicamente de la misma manera que a estos colectivos?

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( ... ) Por desgracia, en esta prisión ya vamos sufriendo cuatro atentados, tres mortales, y uno de ellos, gracias a Dios, frustrado. La Administración, junto con algunos sindicatos, se da cuenta del riesgo que corremos y ¡oh generosidad! toman la decisión de subirnos 8.300 pesetas a partir de enero, que se descontarán del sueldo de aquel funcionario con baja médica cinco o seis días ese mes. Alucinante.

Hasta este año, y debido al atentado mortal sufrido hace años por otro compañero de Martutene, la Administración tuvo la idea de primar un poco a los funcionarios en el País Vasco, ( ... ) puntuándoles en los concursos de traslados 0,2 puntos más por los dos primeros años trabajados aquí. Pues pásmense ustedes, Instituciones Penitenciarias nos comunica que dicha puntuación desaparecerá para los próximos concursos, haciendo caso a las presiones de nuestros propios sindicatos.

( ... ) Es esta serie de injusticias y este atentado de hoy contra Juanjo lo que me lleva a escribir lleno de rabia e impotencia, esperando que se nos conozca un poco más y que, si estas reflexiones llegaran a mis superiores, reflexionen a su vez y se acuerden de nosotros, que no se limiten a damos una palmadita en la espalda cuando muere uno de nosotros y a decimos: "¡Hay que aguantar!", y después coger el avión para Madrid y dejarnos con nuestros problemas aumentados y un compañero menos en plantilla.

( ... )No quisiera acabar sin enviarle un fuerte abrazo a Juanjo y su familia, esperando que su recuperación sea rápida y que intenten olvidar, si pueden, el susto inmenso que se han llevado hoy.

Ánimo, compañero.

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