El fiscal pide la cárcel para el hombre que dejó inválido a un 'antifascista'

Los años para Santiago empiezan y acaban el 20-N. La víspera de ese día, hace ya dos años, este mostoleño quedó en coma al ser golpeado por repartir propaganda contra la conmemoración de la muerte de Franco. Ahora, en silla de ruedas, incapaz de valerse por sí mismo y con dificultades para hablar, Santiago, de 20 años, sólo sueña con andar. Su presunto agresor, Daniel Jesús Caudet, se enfrenta a una petición fiscal de cinco años de cárcel por lesiones. "Estará contento con lo que ha hecho" dice la víctima.

Santiago pertenecía al colectivo Móstoles Antifascista. Repartir propaganda liber...

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Los años para Santiago empiezan y acaban el 20-N. La víspera de ese día, hace ya dos años, este mostoleño quedó en coma al ser golpeado por repartir propaganda contra la conmemoración de la muerte de Franco. Ahora, en silla de ruedas, incapaz de valerse por sí mismo y con dificultades para hablar, Santiago, de 20 años, sólo sueña con andar. Su presunto agresor, Daniel Jesús Caudet, se enfrenta a una petición fiscal de cinco años de cárcel por lesiones. "Estará contento con lo que ha hecho" dice la víctima.

Santiago pertenecía al colectivo Móstoles Antifascista. Repartir propaganda libertaria, gritar contra la "injusticia", denunciar la violencia ultra eran algunas de sus actividades. La noche del 19 de noviembre de 1994, Santiago, junto con sus amigos, se encaminó hacia el pub El Lejano Oeste, de Móstoles. En sus manos llevaba unos panfletos que decían: "Nazis, la estúpida moda de los noventa". Los responsables del local no les dejaron entrar y avisaron a la policía. Poco después, no obstante, Santiago y sus compañeros volvieron a intentarlo. Y fue entonces cuando se desató la pelea. Un momento que en la mente de Santiago permanece en blanco.El fiscal sostiene que el portero del local -Daniel Jesús Caudet- agarró a Santiago y le volteó. La caída fue brutal. El joven se estrelló de cabeza contra el suelo y sufrió un traumatismo craneoencefálico severo. Entró en coma profundo.

Quince días después, al emerger a la realidad, era incapaz de hablar. Sólo podía mover la punta de los dedos y así, por señas comunicarse. Luego, lentamente, fue recuperándosé. Volvió a mover los brazos, a articular palabras, a reír. Ahora, dos años después, sigue acudiendo durante una hora y media al día a rehabilitación. Aunque es incapaz de andar y de hablar con fluidez, se siente animado. "Con tiempo y tesón conseguiré salir de ésta", dice. Santiago está sentado en un sillón de su casa. Vive modestamente con sus padres -ambos en paro- y apenas ve la televisión. Le entretiene más la lectura de comics y soñar con volver a subir en monopatín, su gran afición.

De la reyerta apenas se acuerda. "Mi último recuerdo es el de estar con mis amigos y quedar para repartir carteles al día siguiente", comenta Santiago, quien, pese a esta laguna, no alberga dudas sobre sus agresores: "Son unos nazis, los conoce todo el pueblo, y el que me atacó está libre. ¿Es eso posible?".

El joven espera que la sentencia castigue a los culpables. Una confianza que no le quita el miedo a ser víctima de una nueva agresión. Pide por ello que no se publique su nombre completo. Y luego, con orgullo, afirma: "Si no estuviera en silla de ruedas, volvería a repartir carteles".

El fiscal ha solicitado una indemnización de 30 millones de pesetas para Santiago. Como responsable civil subsidiaria figura la dueña del, local, Orienda Martínez, qui en no quiso efectuar declaraciones al respecto, al igual que el acusado, informa Susana Moreno.

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