El Mediterráneo empieza en Ayamonte

Las autoridades españolas han negociado con las portuguesas trasladar hacia el oeste la frontera entre sus respectivas áreas de responsabilidad en el Estrecho, que hasta ahora se situaba en el meridiano 5,55, a la altura de la localidad gaditana de Barbate, y en el futuro estará en la desembocadura del Guadiana, junto a la población onubense de Ayamonte.

Este desplazamiento asegura a España el control del acceso occidental al Estrecho y también de sus aguas jurisdiccionales. La frontera entre el mando español y el portugués lo es también entre los dos mandos superiores de los que de...

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Las autoridades españolas han negociado con las portuguesas trasladar hacia el oeste la frontera entre sus respectivas áreas de responsabilidad en el Estrecho, que hasta ahora se situaba en el meridiano 5,55, a la altura de la localidad gaditana de Barbate, y en el futuro estará en la desembocadura del Guadiana, junto a la población onubense de Ayamonte.

Este desplazamiento asegura a España el control del acceso occidental al Estrecho y también de sus aguas jurisdiccionales. La frontera entre el mando español y el portugués lo es también entre los dos mandos superiores de los que dependen; el del Mediterráneo, en el primer caso, y el del Atlántico, en el segundo.

Como ya sucede ahora, será preciso negociar un acuerdo de coordinación entre ambos mandos, de forma que la transferencia de responsabilidad de uno a otro no se produzca automáticamente al cruzar la línea divisoria y se asegure el derecho de persecución en caliente.

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España ha renunciado a reivindicar un pasillo hacia las Canarias, de forma que las aguas que bañan el archipiélago seguirán bajo responsabilidad del cuartel general de Oeiras (Lisboa), aunque no así el territorio, cuya defensa corresponde al futuro mando español.

La negociación entre España y Portugal sobre la frontera del Estrecho es una de las muchas contradicciones del actual proceso de reforma ya que, en teoría, todo el mundo está de acuerdo en que los nuevos mandos no deben tener límites geográficos precisos sino basarse en su carácter funcional.

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También hay consenso sobre la necesidad de establecer el principio de rotación al frente de los cuarteles generales entre militares de distintos países, y, a la hora de la verdad, nadie quiere que la jefatura del mando ubicado en su territorio la ostente, ni temporalmente, un militar extranjero. El resultado es que los mandos de una organización multinacional como la OTAN se nacionalizan.

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