Los bosnios refugiados en Leganés descartan regresar a su país

Los destellos se apagaron, la vida continúa. Hace casi cuatro años, Leganés acogió a 105 refugiados bosnios. Ahora quedan 40. Son médicos, sociólogos o ingenieros, pero la limpieza de casas o escaleras constituye su trabajo más frecuente. Las dificultades son muchas: los subsidios han desaparecido para casi todos y el. piso no siempre se puede pagar. Pero quieren seguir aquí. Las elecciones en la nueva Bosnia no les incitan al regreso: sobra odio y faltan casas, aducen.

Iban a ser seis meses y ya va para cuatro años. El 9 de diciembre de 1992, 105 refugiados bosnios de todas las etnias ...

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Los destellos se apagaron, la vida continúa. Hace casi cuatro años, Leganés acogió a 105 refugiados bosnios. Ahora quedan 40. Son médicos, sociólogos o ingenieros, pero la limpieza de casas o escaleras constituye su trabajo más frecuente. Las dificultades son muchas: los subsidios han desaparecido para casi todos y el. piso no siempre se puede pagar. Pero quieren seguir aquí. Las elecciones en la nueva Bosnia no les incitan al regreso: sobra odio y faltan casas, aducen.

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Iban a ser seis meses y ya va para cuatro años. El 9 de diciembre de 1992, 105 refugiados bosnios de todas las etnias llegaban a Leganés (178.321 habitantes). Eran un pequeño grupo de los 1.400 ex yugoslavos que traían a España el Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad (MPDL) y el Comité Español de Ayuda al Re fugiado (CEAR).Hoy quedan 40 ciudadanos bosnios (14 familias) en Leganés, y otros dos en Getafe. Tratan de abrirse camino con dificultad pero de algo están seguros: no quieren volver a Bosnia. Muchos han perdido su casa. 0 ha quedado del' lado que corresponde a otro grupo étnico. Además, no desean que sus hijos vivan rodeados de odio. El resultado de las recientes elecciones en Bosnia, ganadas por los partidos más nacionalistas de musulmanes, serbios y croatas, son para ellos un jarro de agua fría.

De hecho, de las 38 familias que llegaron a la localidad, sólo seis (15 personas) han vuelto a la ex Yugoslavia. Una abuela y su nieto han retornado este mes a Sarajevo, pero otra familia que marchó a Belgrado ha optado por regresar a Leganés.

Otro grupo de refugiados eligió irse a terceros países: a Australia se trasladaron ocho familias (24 personas) y tres a Alemania (diez personas). También hay bosnios que salieron con rumbo a otras provincias españolas.

Leganés fue el único municipio de Madrid que se ofreció a acoger a los huidos de la guerra balcánica. Y lo hizo con mucha voluntad y poca experiencia. Un colegio en desuso, el Numancia, sirvió de albergue hasta que, a comienzos de este año, lo abandonaron las últimas nueve familias. El Ayuntamiento les pagó el alquiler o proporcionó ayudas durante seis meses. Pero ese plazo ya ha pasado y las dificultades para pagar la renta menudeán.

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El alcalde de Leganés, José Luis Pérez Ráez (PSOE), sostiene que el Ayuntamiento no ha abandonado a los refugiados, aunque haya dado por concluida la etapa del Numancia, derribado esta misma semana. "Colaboramos con el mejor centro que podíamos ofrecer y con la solidaridad de esta ciudad lo hemos mantenido abierto durante más de tres años".

El alcalde se explica: "Al terminar la guerra en Bosnia, había que imponer criterios de igualdad para los refugiados que decidieran quedarse, y darles ' las mismas oportunidades que al resto de los vecinos de Leganés que se encuentran en dificultades". Así justifica que las familias bosnias hayan pasado a depender de los servicios sociales del Ayuntamiento. El regidor asegura que, si no pueden hacer frente al alquiler, deben acudir a ese departamento, que ya ha pagado este verano la renta de algunas familias de exiliados.Ayudas especiales

Las únicas ayudas especiales previstas para los refugiados bos nios son dos millones de la Dirección General de Asuntos Sociales. El convenio suscrito entre la dirección, el Ayuntamiento y la Federación Española de Municipios y Provincias, fue ratificado a primeros de mes por la corporación. El Numancia ya es escombro. Los refugiados lo recuerdan con horror, por el aislamiento y la falta de intimidad. Camino Puente, que lo dirigió hasta el pasado enero, volvería a repetir la experiencia, aunque a veces tuvo una "sensación agridulce" porque los refugiados no comprendieron los esfuerzos del Ayuntamiento, que gastó unos 60 millones. El coordinador general del MPDL, Juan Manuel Aceña, señala "un cierto abandono" de los bosnios que su organización ayudó a traer a España. Ya no son televisivos. "Hay que insertarles. Los refugiados no son inmigrantes normales. Su panorama es mucho más duro'' advierte.

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