Editorial:

Frustración violenta

LA INTIFADA se ha reanudado con toda la rabia y derramamiento de sangre anteriores a los acuerdos de paz de septiembre de 1993, y en esta ocasión, con un ominoso factor añadido: se han producido los primeros enfrentamientos armados entre la policía del presidente Arafat y el Ejército israelí, una batalla en toda regla en las calles de la ciudad de Ramallah y otras localidades de Cisjordania. Más de 50 muertos, una decena de ellos israelíes, es el trágico y Creciente balance. El motivo aparente de la sublevación ha sido la inauguración por parte israelí de un túnel que conecta dos puntos del re...

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LA INTIFADA se ha reanudado con toda la rabia y derramamiento de sangre anteriores a los acuerdos de paz de septiembre de 1993, y en esta ocasión, con un ominoso factor añadido: se han producido los primeros enfrentamientos armados entre la policía del presidente Arafat y el Ejército israelí, una batalla en toda regla en las calles de la ciudad de Ramallah y otras localidades de Cisjordania. Más de 50 muertos, una decena de ellos israelíes, es el trágico y Creciente balance. El motivo aparente de la sublevación ha sido la inauguración por parte israelí de un túnel que conecta dos puntos del recorrido turístico de Jerusalén Este, en las cercanías de la explanada de la mezquita de Al Aqsa.

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Además de servir para comunicar mejor, siempre bajo control israelí, partes de la ciudad que reivindican los palestinos, el pasadizo pone en peligro, según fuentes de la Autoridad Nacional Palestina, los propios cimientos de la mezquita. En cualquier caso, el Gobierno israelí conocía perfectamente que la apertura del túnel -cuyas obras, iniciadas hace 12 años, habían sido interrumpidas varias veces por las protestas de los palestinos- se ría interpretada por éstos como una provocación.

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Con provocación o sin ella, la revuelta obedece a una frustración de carácter más general. Desde que el 18 de junio asumió el poder el líder del Likud no, sólo no se han producido avances en la negociación de fondo,

como es el caso de la retirada israelí de Hebrón, que lleva varios meses de retrasó, sino que la situación económica del pueblo palestino, casi totalmente excluido de su fuente de trabajo en Israel, no cesa de agravarse, en tanto que crecen sin contrapartidas las exigencias de Jerusalén para que la policía de Arafat garantice la seguridad israelí en los territorios ocupados todo ello ocurría, Netanyahu se hallaba en París, en medio de un viaje destinado a convencer en Francia, Reino Unido y Alemania de la seriedad de su intento de reanudación del -proceso de paz. Sin embargo, en sus 100 días de ni gobierno no ha hecho una sola declaración en la que reconozca el principio de paz por territorios, en que se basa toda la arquitectura negocia dora. Sólo ha repetido que sin una paz real y duradera no cabía contemplar avances en el proceso negociador, y al mismo tiempo ha torpedeado todo progreso reanudando la colonización de los territorios ocupados. Por ello, esta revuelta de la frustración política y la miseria económica juega en favor. de las poderosas fuerzas que en Irsael sólo desean la imposible paz de los vencedores. Pero la situación también contiene una enseñanza para los palestinos: Sin la oleada de atentados islamistas de febrero y marzo, el Likud difícilmente habría ganado las elecciones... La teoría según la cual Peres y Netanyahu, eran en el fondo lo mismo, e incluso que, quizá, el segundo haría avanzar más rápidamente el proceso desde la firmeza de su planteamiento de "paz a través de la seguridad", está resultando infundada. Arafat deberá tenerlo en cuenta ahora que Hamás pretenderá que los hechos le cargan de razón en su tentativa de hundir -a bombazos- el proceso de paz. El bloqueo resultante de este triunfo de los sectores más fanáticos hace más urgente una acción internacional. De los mismos líderes a los que visita Netanyahu, del presidente norteamericano Clinton y de la comunidad árabe, Jordania y Egipto muy destacadamente como firmantes de una paz con Israel, para que lleven al Estado sionista al convencimiento de que suya es la principal, aunque no única, responsabilidad de un derramamiento de sangre que se debe fundamentalmente a la parálisis total del proceso de paz. Sólo entonces sabremos, cuando el Likud haga su primera concesión, si los palestinos están dispuestos a cumplir su parte del trato.

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