Reportaje:

Barbecho y provecho

Nace el barrio de Moratalaz en los años sesenta como un símbolo de la España del desarrollo. Un ambicioso negocio de especulación inmobiliaria se presenta como una conquista social: pisos baratos en un barrio moderno y periférico. El Ministerio de la Vivienda y el Banesto subvencionan y financian a Urbis, una empresa constructora al borde de la quiebra, para que edifique los primeros bloques. La primera plaza de Moratalaz estará dedicada a un banquero: se llamará plaza de Pablo Garnica, como tributo al muñidor dé tan fastuosos créditos. Tributo que no se sintieron obligados a pagar los vecinos...

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Nace el barrio de Moratalaz en los años sesenta como un símbolo de la España del desarrollo. Un ambicioso negocio de especulación inmobiliaria se presenta como una conquista social: pisos baratos en un barrio moderno y periférico. El Ministerio de la Vivienda y el Banesto subvencionan y financian a Urbis, una empresa constructora al borde de la quiebra, para que edifique los primeros bloques. La primera plaza de Moratalaz estará dedicada a un banquero: se llamará plaza de Pablo Garnica, como tributo al muñidor dé tan fastuosos créditos. Tributo que no se sintieron obligados a pagar los vecinos de Moratalaz, que años más tarde rebautizarían el lugar como plaza del Encuentro, denominación que hoy figura en el callejero.La promoción de Moratalaz se llevó a cabo a través de una moderna y contumaz campaña publicitaria que difundió masivamente a través de las ondas de la radio pegajosos estribillos que cantaban las excelencias del nuevo barrio. El innovador método dio sus frutos, los perversos sonsonetes comerciales calaron en la audiencia hasta tal punto que no tardarían en popularizarse versiones anónimas y paródicas de la canción original, en la que alegres voces infantiles felicitaban a su progenitor por lo acertado de su compra: "Mi papá ha comprado un piso en Moratalaz y ahora está en la cárcel por no poderlo pagar" decía una de estas aviesas imitaciones, y otra advertía sobre los riesgos de inundación machacando: "Mi papá ha comprado un piso en Moratalaz y toda la familia está aprendiendo a nadar".

. Dicen que el nombre de Moratalaz podría provenir del visigodo morat altura, y el árabe afflaz, campo, pero vaya usted a saber, porque ésta de las etimologías toponímicas es ciencia polémica donde las haya que genera apasionadas controversias y lucubraciones insospechadas. Lo que resulta constatable es que los primeros moradores de Morataláz fueron mayoritariamente inmigrantes andaluces y toledanos, mozárabes que se instalaron extramuros de una ciudad que no tardaría en asimilarles y en ser asimilada por ellos. Moratalaz fue desde sus oscuros orígenes un barrio con personalidad propia, más que una ciudad dormitorio. Inmigrantes de limitados recursos económicos y jóvenes parejas recién liberadas impulsaron un pujante asociacionismo vecinal, del que aún quedan rastros. Moratalaz se ganó pronto fama de barrio progre, refugio de elementos subversivos, peligroso punto de encuentro entre rojos de fábrica. y de universidad.

En 1977 la plaza del banquero Pablo Garnica acogería la mayor manifestación vecinal que se recuerda en Madrid convocada sobre un tema puramente local: las comunicaciones del barrio a través del metro. Con éste y otro actos multitudinarios la plaza se ganó su nombre de plaza del Encuentro, uno de los puntos neurálgicos de una urbanización levantada sobre antiguas huertas y campos de cereales abandonados. Por lo que es hoy Moratalaz pasaba el tren de Arganda "que pita más que anda", y de Arganda llega ban con sus carros de mulas los vinateros con su preciado cargamento de paso hacia la urbe siempre sedienta. El primer asentamiento de población en esta zona se remonta a 1925 cuando se construyen medio centenar de hotelitos asignados a trabajadores del ferrocarril. La colonia se llamará Hogar del Ferroviario y lindará con 250 hectáreas propiedad de tres afortunadas marquesas que dejaron sus tierras en barbecho y aguardaron pacientemente a que se recalificase el suelo rústico y llegara la ansiada urbanización que multiplicaría sus caudales. Sus plegarias fueron escuchadas por las autoridades competentes al inicio de la milagrosa década de los sesenta.En Moratalaz y sus calles, opúsculo editado en 1995 por la Junta Municipal del barrio, las autoras, Josefina Parera Cartró y Teresa García Márquez, inventan el término "barbecho social" al hablar de los orígenes del barrio. Las 250 hectáreas de las tres marquesas -escriben- estaban "en un tipo especial de barbecho, 'barbecho social'. Sus tierras estaban abiertas, remozándose, preparándose para la siembra de edificios...". La siembra de ladrillo y cemento sobre campos de cebada y hortalizas proporcionó magníficas cosechas para los sembradores sociales del franquismo, al amparo del generoso Ministerio de la Vivienda, con los nutrientes proporcionados por la gran banca y la bendición apostólica delOpus Dei.

En el flamante y moderno edificio de la Junta Municipal de Moratalaz, una señera placa recuerda que fue inaugurado en, 1991 por el alcalde José María Álvarez del Manzano. Más difícil resulta saber el nombre del arquitecto responsable de tan singular construcción, eclipsado por el insaciable. inaugurador. Hay que recurrir al opúsculo de Parera y García Márquez, las del "barbecho social", para informarse de que el edificio fue construido bajo la dirección del arquitecto Murga.

Del pasado agrícola de Moratalaz sólo dan cuenta los nombres de algunas de sus calles, como Hacienda de Pavones o Camino de Vinateros o los tomados de antiguas fuentes o vías de agua: Fuente Carrantona, Marroquina, Arroyo Fontarrón. El centro cultural El Torito debe su nombre al perro de un agricultor de la zona que lo bautizó así por su extremada fiereza. En los centros culturales de Moratalaz -El Torito, Vinateros y Emiliano Barral, y en el Centro de la Juventud- se percibe la huella del asociacionismo del barrio con una nutrida participación en cursos y cursillos que abarcan desde la Historia del Arte y la Informática, a los bailes de salón y la bio-danza, pasando por el yoga, la historia madrileña, la creación literaria y el reciclaje y la restauración. Tiene a gala haber sido pionero en el reciclaje de residuos y desechos.

Por encima de las coyunturas políticas, Moratalaz sigue siendo un barrio popular pero no conservador, un barrio que vive y se encuentra en los espacios públicos, plazas, jardines y avenidas; un barrio abierto y hospitalario en la más castiza tradición madrileña, donde los emigrantes de ayer acogen de buen grado a los recién llegados. Un paisaje marcado por las. señas de identidad regional de sus pobladores en tabernas andaluzas y mesones manchegos, tascas gallegas o figones extremeños. Moratalaz es el barrio de Los Chunguitos y de sus primas de Azúcar Moreno, pero también es el barrio de Alejandro Sanz, como lo fue en otro tiempo de Lola Flores o de Isabel Pantoja.

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