Un diplomático británico, juzgado por introducir vídeos "porno" de menores

Robert Coghlan, un diplomático británico de 54 años a punto de incorporarse a la Embajada de su país en Madrid, se preparaba ayer tomar posesión de un destino más duro, una cárcel del Reino Unido, tras ser encontrado culpable del delito de introducir pornografía en su país. La sentencia será dictada hoy por un juez de Londres y la máxima pena a la que se arriesga Coghlan, divorciado y padre de dos hijos, es de siete años e prisión.Coghlan, hasta hace unos meses primer secretario de la Embajada británica en Tokio, ha sido víctima no sólo de su probada afición a los vídeos pornográficos en los q...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Robert Coghlan, un diplomático británico de 54 años a punto de incorporarse a la Embajada de su país en Madrid, se preparaba ayer tomar posesión de un destino más duro, una cárcel del Reino Unido, tras ser encontrado culpable del delito de introducir pornografía en su país. La sentencia será dictada hoy por un juez de Londres y la máxima pena a la que se arriesga Coghlan, divorciado y padre de dos hijos, es de siete años e prisión.Coghlan, hasta hace unos meses primer secretario de la Embajada británica en Tokio, ha sido víctima no sólo de su probada afición a los vídeos pornográficos en los que aparecen menores, sino de la estricta mala suerte. Cuando en agosto del año pasado el diplomático fue informado de que debía abandonar su puesto en Japón y regresar al Reino Unido, embarcó sus muebles y efectos personales -incluidas, 109 cintas de vídeo de las que en 70 podía contemplarse a varios niños entregados a toda clase de contactos obscenos- rumbo a Southampton. Más adelante, el diplomático supo que su destino no sería Londres sino Madrid.

Para entonces, Coghlan disfrutaba de unas vacaciones por Extremo Oriente, con dos escalas en Bangkok. Más tarde regresó a la capital británica con la mayor naturalidad. El 26 de marzo, sin embargo, la policía se presentó en su domicilio con graves cargos contra él. Por un azar del destino y pese a que Coghlan había rellenado un formulario señalando que en su equipaje no había nada que declarar, una inspección rutinaria llevada a cabo por los funcionarios de Aduanas reveló la existencia de los vídeos pornográficos perfectamente calificados como tales con etiquetas en japonés.

Su razonable conocimiento de este idioma -Coghlan habla además francés, alemán, portugués, serbocroata y español- resultó fatal a la hora de calibrar la posible inocencia del acusado por un jurado integrado por siete hombres y cinco mujeres. Por toda explicación, Robert Coghlan dijo que su intención no era introducir los vídeos en suelo británico, sino en España.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En