Cartas al director

Yo era...

Yo era uno de los que estaba en plena tormenta de "Fuego, destrucción y decibelios" en la primera de las noches de AC/DC en Madrid. Cuando compré mi entrada, en noviembre de 1995, me quedé anonadado; después de esperar desde 1981 para poder verles en Madrid, sólo 20.000 entradas, y en Las Ventas. Bueno, pensé, éstos no se quieren pillar los dedos y, seguramente, cuando se agoten las entradas, buscarán un lugar con más aforo y sacarán más entradas. Las entradas se agotaron en menos de 10 días, y pasaron varios meses antes de que sacaran otras tantas... ¡en el mismo sitio! Volvieron a agotarse y...

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Yo era uno de los que estaba en plena tormenta de "Fuego, destrucción y decibelios" en la primera de las noches de AC/DC en Madrid. Cuando compré mi entrada, en noviembre de 1995, me quedé anonadado; después de esperar desde 1981 para poder verles en Madrid, sólo 20.000 entradas, y en Las Ventas. Bueno, pensé, éstos no se quieren pillar los dedos y, seguramente, cuando se agoten las entradas, buscarán un lugar con más aforo y sacarán más entradas. Las entradas se agotaron en menos de 10 días, y pasaron varios meses antes de que sacaran otras tantas... ¡en el mismo sitio! Volvieron a agotarse y a las dos semanas, otro concierto más. Créanme, señor Ortega y demás vecinos de Las Ventas, en los días previos no dejé de pensar en la molestia que les íbamos a ocasionar para poder disfrutar nosotros... ¡tres noches seguidas! Y lo más grave es que no es problema de ordenanzas. Hace años, cuando se empezó a celebrar San Isidro por todo lo alto, los conciertos se celebraban en el paseo de coches del Retiro o en el paseo de Camoens, en pleno parque del Oeste. Lógicamente, la flora y el mobiliario de estos parques quedaba arrasado en las cercanías, así que el Ayuntamiento buscó un lugar más adecuado. Y lo encontró en la Casa de Campo, en el anfiteatro de la feria del Campo. Un lugar distante más de 200 metros de las viviendas más cercanas (sólo por uno de sus lados) y hundido en una vaguada natural que atrapa el sonido (y el que escapa queda amortiguado por el tráfico de la N-V). Y se le bautizó el Rockódromo. Un lugar perfecto donde se han celebrado gran cantidad de conciertos con decenas de miles de personas... hasta que los socialistas dejaron la alcaldía. Desde entonces, está criando maleza. Sería interesante saber los motivos que mueven a nuestros ediles a condenar al ostracismo este lugar.-

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