Temor en Londonderry a un fin de semana violento

Los habitantes de Londonderry parecen resignados a pasar un fin de semana violento. Agentes de la policía, reforzados por soldados británicos, vigilan desde ayer el casco viejo, donde hoy se concentrarán más de 10.000 protestantes de la Asociación de Aprendices y unionistas. Vallas y alambradas metálicas bloquean y protegen cerca de 400 metros de la muralla de esta histórica ciudad. La falta de un acuerdo en torno a las marchas unionistas y manifestaciones nacionalistas llevó a los más radicales de ambas comunidades norirlandesas a acusar a sus rivales de provocación.

Las conmemoracione...

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Los habitantes de Londonderry parecen resignados a pasar un fin de semana violento. Agentes de la policía, reforzados por soldados británicos, vigilan desde ayer el casco viejo, donde hoy se concentrarán más de 10.000 protestantes de la Asociación de Aprendices y unionistas. Vallas y alambradas metálicas bloquean y protegen cerca de 400 metros de la muralla de esta histórica ciudad. La falta de un acuerdo en torno a las marchas unionistas y manifestaciones nacionalistas llevó a los más radicales de ambas comunidades norirlandesas a acusar a sus rivales de provocación.

Las conmemoraciones en recuerdo a los 13 aprendices que cerraron, en 1689, las puertas de la ciudad frente al acoso de las tropas católicas obligaron al bloqueo parcial de la muralla y al refuerzo de las medidas de seguridad. Fue una decisión "pragmática" que el ministro británico para Irlanda del Norte, Patrick Mayhew, tomó esta semana ante la falta de acuerdo entre ambas comunidades.Para los unionistas, la muralla no es negociable. Esta comunidad, mayoritaria en Irlanda del Norte, aunque minoritaria en Londonderry, desea celebrar su fiesta de agosto marchando a lo largo de la muralla, incluidos los metros más próximos a un barrio católico. Sus portavoces se niegan a comprender que esta expresión, con la que reivindican sus orígenes históricos y culturales -en ocasiones pasa del simbolismo a genuinos signos de triunfalismo-, es motivo de humillación para sus vecinos.

Los nacionalistas reclaman el derecho a dar el "consentimiento". Su aceptación implicaría que orangistas y aprendices solicitaran permiso para marchar por barrios católicos. Exigen además, que el acuerdo sobre las marchas no se limite al casco viejo, sino que se extienda a otras ciudades norirlandesas.

Portadown

La derrota de la policía en Portadown frente a los orangistas, que desencadenó serios disturbios el mes pasado, es una realidad que los nacionalistas católicos no pueden olvidar. "La política de Irlanda del Norte cambió de rumbo en Portadown. Se demostró entonces que los nacionalistas somos ciudadanos de segunda clase", protesta, Paddy Doherty, residente de Bogside, el barrio católico más radical."Se supone que es imparcial, pero la policía utilizó el doble de fuerza, recursos y munición para contener los disturbios católicos que para oponerse a los orangistas de Portadown", sostiene el nacionalista John Byrne.

Ambos se unieron ayer a la manifestación convocada por la asociación de vecinos de Bogside. Estaban dispuestos, en un principio, a acercarse a un gueto protestante a pesar de las palabras disuasorias del nacionalista moderado John Hume y de los responsables eclesiásticos. Para este barrio, el cierre preventivo de la muralla no es una concesión, sino un obstáculo físico -los traslados desde el casco viejo a sus respectivas viviendas quedan interceptados- que no contribuye a solucionar las diferencias entre las comunidades.

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Un compromiso parcial se alcanzó a última hora merced a la intervención de Gerry Adams, líder del Sinn Fein, el brazo político del IRA. La manifestación católica salió al anochecer de cinco puntos de la ciudad para concentrarse frente al Ayuntamiento. Ningún recorrido pasó por barrios protestantes y ni tan siquiera por el caso viejo. "Celebro la decisión de los residentes de Bogside. Acomodaron su ruta para no dar argumentos", dijo Martin McGuinnes, número dos del Sinn Feín.

El portavoz de la asociación de residentes de Bogside, Donncha McNiallais, pidió "disciplina y una actitud responsable". "No permitáis que nadie avergüence a nuestra comunidad provocando o atacando a los orangistas".

Los aprendices caminarán hoy por un recorrido de viejas piedras parapetado con vallas metálicas y protegido por las fuerzas de seguridad.

La estabilidad no sólo de la ciudad, sino del resto de la provincia, está en juego. Ambas comunidades recuerdan que, una marcha similar, en 1968, se tiene como el origen de los 15 años de guerra en Irlanda del Norte.

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