Una boa en el motor

Podría ser un cable de 14 kilos de peso y más de dos metros de largo, pero el encuentro cara a cara del mecánico y la cabeza del bicho que salió de las tripas de un coche despejaron las dudas: era la mirada de una boa. El hombre tuvo que ser ingresado en un centro médico a causa del susto, y el reptil se escondió otra vez entre los cables.La boa llevaba perdida un mes y medio en el coche de su dueño, un joven sin identificar propietario de un Toyota modelo Celica. "Un chico muy joven que se alegró mucho al saber que su mascota vivía", recuerda un testigo. Todo empezó cuando el joven llevó el c...

Podría ser un cable de 14 kilos de peso y más de dos metros de largo, pero el encuentro cara a cara del mecánico y la cabeza del bicho que salió de las tripas de un coche despejaron las dudas: era la mirada de una boa. El hombre tuvo que ser ingresado en un centro médico a causa del susto, y el reptil se escondió otra vez entre los cables.La boa llevaba perdida un mes y medio en el coche de su dueño, un joven sin identificar propietario de un Toyota modelo Celica. "Un chico muy joven que se alegró mucho al saber que su mascota vivía", recuerda un testigo. Todo empezó cuando el joven llevó el coche a un taller de reparación de radios. Allí ocurrió el fatídico cara a cara entre el mecánico y el reptil. Avisaron, al propietario, y éste llevó el vehículo a otro taller para que lo desmontaran entero y encontraran al animal. Al principio dijo que la mascota perdida era un hámster, pero luego explicó la verdad.

"Sobre todo le preocupaba que no hubiera comido en tantos días", explican en el taller. Desmontaron el coche y con una linterna finalmente encontraron al animal. Le pusieron una perdiz muerta para que sacara la cabeza y comiera. No resultó. Necesitaron un conejo vivo -las boas sólo se alimentan de sangre caliente- para que el reptil picara.