La falta de una clara mayoría amenaza con dejar fuera del Gobierno al primer ministro checo

ENVIADO ESPECIALLas negociaciones para desbloquear el punto muerto político en que han desembocado las recientes elecciones legislativas en la República Checa llevarán semanas, según el presidente Vaclav Havel, que no dio ayer ninguna garantía de que el próximo primer ministro sea Vaclav Klaus, el actual, pese a ser su partido el vencedor por estrecho margen de los comicios. "Invitaré a formar gobierno al líder que suscite mayor acuerdo entre los dirigentes políticos", dijo el jefe del Estado en una sugerencia implícita de que Klaus, artífice del milagro checo, pudiera ser sacrificado e...

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ENVIADO ESPECIALLas negociaciones para desbloquear el punto muerto político en que han desembocado las recientes elecciones legislativas en la República Checa llevarán semanas, según el presidente Vaclav Havel, que no dio ayer ninguna garantía de que el próximo primer ministro sea Vaclav Klaus, el actual, pese a ser su partido el vencedor por estrecho margen de los comicios. "Invitaré a formar gobierno al líder que suscite mayor acuerdo entre los dirigentes políticos", dijo el jefe del Estado en una sugerencia implícita de que Klaus, artífice del milagro checo, pudiera ser sacrificado en aras de la estabilidad institucional del país.

La Bolsa de Praga recibió con una brusca bajada el resultado de los comicios. Havel compareció ante los periodistas tras dos días de conversaciones con algunos de los dirigentes cuyos partidos han obtenido representación parlamentaria y manifestó estar dispuesto a asumir hasta el final su papel mediador. El mandatario checo apeló a la buena voluntad de los líderes políticos para salir airosamente de la crisis.

El todavía primer ministro se reunió el domingo durante dos horas con el presidente checo, que ayer recibió a los jefes de la Alianza Democrática Cívica y la Unión democratacristiana, los partidos que con el Democrático Cívico de Klaus integran la coalición derechista gobernante. Havel no ha recibido a republicanos (extrema derecha) y a comunistas, pese a haber obtenido respectivamente el 8% y el 10%, respectivamente, de los sufragios y perfilarse como interlocutores en el tablero negociador. El presidente checo dijo no estar muy sorprendido por el alcance del voto republicano, basado en el racismo. "Pero no me pone muy contento", precisó.

Estas elecciones, las terceras desde la revolucion de terciopelo, de 1989, y las primeras tras la separación de los eslovacos, en 1992, se planteaban como un referéndum sobre la reforma económica capitaneada durante los últimos cuatro años por Vaclav Klaus. Contra todo pronóstico, el voto de los checos no ha revalidado su confianza en la alianza gobernante, que no ha alcanzado por dos escaños la mayoría de 101 diputados. El opositor Partido Socialdemócrata, que ha criticado durante la campaña el ultraliberalismo de Klaus, ha visto casi cuadruplicados sus votos y triplicados sus escaños respecto de 1992.

El jefe del Estado dijo que lo mejor sería que la actual coalición intente formar un Gobierno minoritario, "pero eso es imposible sin un acuerdo previo con los socialdemócratas que garantice su apoyo". El líder socialdemócrata, Milos Zeman, se reunió ayer más de una hora con Havel. Zeman no descarta su apoyo a un Gabinete minoritario a cambio de sustanciales concesiones programáticas y, en cualquier caso, sin la presencia de Vaclav Klaus. "No puede descartarse un Gobierno tecnocrático, pero no me parece una buena solución porque sería poco duradero", abundó Havel.

Expertos económicos manifiestan su temor a una brusca desaceleración de la inversión extranjera en la República Checa, que ha recibido más de cinco mil millones de dólares por este concepto en los últimos cinco años, y a una devaluación de la corona. Havel intentó descartar estos temores. Confiado en ser el indiscutido ganador, Klaus había aplazado algunas medidas de cirugía radical, entre ellas el cierre de minas, la privatización de bancos y el aumento de los precios energéticos.

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