Cartas al director

Los parados de más de 50 años

Permítame hacer una reflexión a los políticos en general, que han tenido exquisito interés en cuidar el voto de los pensionistas -la tercera edad-, con afirmaciones contundentes sobre sus pensiones; y que han prometido logros inmediatos en la siguiente legislatura al voto joven, futuro próximo de esta sociedad. No se han planteado siquiera el profundo problema social y económico de un colectivo de personas de más de cincuenta años y que no llegan a los sesenta que, en la década de los años ochenta -por ajuste de personal, reestructuración de plantillas u otras lindezas por el estilo- perdió su...

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Permítame hacer una reflexión a los políticos en general, que han tenido exquisito interés en cuidar el voto de los pensionistas -la tercera edad-, con afirmaciones contundentes sobre sus pensiones; y que han prometido logros inmediatos en la siguiente legislatura al voto joven, futuro próximo de esta sociedad. No se han planteado siquiera el profundo problema social y económico de un colectivo de personas de más de cincuenta años y que no llegan a los sesenta que, en la década de los años ochenta -por ajuste de personal, reestructuración de plantillas u otras lindezas por el estilo- perdió su puesto de trabajo.Ese colectivo que agotó su prestación social y, desde principios de los noventa, ha sido desestimado, independientemente de su preparación, en todos los trabajos a los que ha tenido ocasión de optar. Son padres, esposos, separados, divorciados, con cargas sociales y familiares, extraños en una sociedad en la que ya no son zagales, pero resultan demasiado jóvenes para jubilarse. Empezarán el siglo siendo unos jubilados sin tener segura la prestación por edad, habiendo padecido anteriormente una larga década de indiferencia a su sufrimiento.-

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