Fontcalent, un centro masificado

Desde su inauguración en 1984, la prisión alicantina de Fontcalent -en la que ingresará García Escalero- ha estado rodeada de polémica, siempre vinculada a la masificación de las celdas y la falta de personal suficiente para garantizar la seguridad. Todos los sindicatos, sin excepción, coinciden en calificar la situación del centro de "calamitosa", pues acoge al doble de internos de los que puede albergar. En esta cárcel conviven presos comunes, miembros de la banda terrorista ETA e internos con problemas psíquicos, recluidos en un módulo apartados del resto. En uno de estos ingresará Garc...

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Desde su inauguración en 1984, la prisión alicantina de Fontcalent -en la que ingresará García Escalero- ha estado rodeada de polémica, siempre vinculada a la masificación de las celdas y la falta de personal suficiente para garantizar la seguridad. Todos los sindicatos, sin excepción, coinciden en calificar la situación del centro de "calamitosa", pues acoge al doble de internos de los que puede albergar. En esta cárcel conviven presos comunes, miembros de la banda terrorista ETA e internos con problemas psíquicos, recluidos en un módulo apartados del resto. En uno de estos ingresará García Escalero. Ya en 1987 los trabajadores elevaron a las autoridades su más enérgica protesta ante la muerte de un interno que recibió 17 puñaladas de otros dos compañeros que momentos antes habían retenido a dos funcionarios. En aquella ocasión, el centro carecía de psiquiatra, ante la baja por maternidad a la que se acogió la titular de la plaza, y cuando se desencadenó el incidente tampoco funcionaba el servicio médico.Suicidios, sangrientas disputas, fugas y motines han sido noticia en repetidas ocasiones, sin que las reivindicaciones del personal fueran atendidas con la celeridad que requerían por su propia seguridad y la de la población reclusa. Durante los cinco primeros años de funcionamiento (hasta 1991), 15 internos consiguieron fugarse de las instalaciones. La mayoría de ellos se integraban en el 10% de los presos que disfrutan de las llamadas salidas terapéuticas.

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El resto se somete a tratamiento especial, del que destaca la ingestión de medicamentos, prolongadas estancias en el patio y sesiones de televisión. Las mismas fuentes sindicales denuncian las deficientes condiciones higiénico-sanitarias de esta cárcel en la que la presencia de roedores es habitual.

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