Cartas al director

Antiguos campos de labranza

Muchos vecincos del distrito de Hortaleza conocen sin duda los terrenos que se extienden desde sus barrios hacia el norte. Son los antiguos campos de labranza de Hortaleza, cuyo borde septentrional lo constituye el pequeño valle del arroyo de Valdebeba.Estas zonas eran hasta hace no demasiados años unos terrenos rústicos limpios, naturales, un auténtico parque natural a la puerta de la ciudad; en particular, todo el soto del Valdebeba era un auténtico oasis con su vegetación de ribera y sus antiguas huertas aledañas.

Pues bien, la gestión ineficaz de los gobiernos municipales de los últ...

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Muchos vecincos del distrito de Hortaleza conocen sin duda los terrenos que se extienden desde sus barrios hacia el norte. Son los antiguos campos de labranza de Hortaleza, cuyo borde septentrional lo constituye el pequeño valle del arroyo de Valdebeba.Estas zonas eran hasta hace no demasiados años unos terrenos rústicos limpios, naturales, un auténtico parque natural a la puerta de la ciudad; en particular, todo el soto del Valdebeba era un auténtico oasis con su vegetación de ribera y sus antiguas huertas aledañas.

Pues bien, la gestión ineficaz de los gobiernos municipales de los últimos años (y aquí no se libra nadie, pues tanto socialistas como populares han contribuido a ello) ha hecho de estos parajes algo irreconocible por su absoluta degradación.

Quienes, a pesar de su estado actual, siguen frecuentando el lugar para hacer deporte, bien sea en bicicleta, corriendo o a caballo, o simplemente pasear, discurren por zonas infectadas de chatarra, desperdicios, barrancos inundados, montañas de escombros de hasta 30 metros de altura, tocones de árboles mutilados y otras lindezas semejantes.

Todo empezó con la construcción del colector de Valdebeba (obra realmente necesaria), que captó las aguas del arroyo; al bajar el nivel freático desaparecieron los chopos de la ribera. Simultáneamente coincidió el auge de la grafiosis, que diezmó los olmos. A continuación fue la invasión de gentes que sin ningún control aprovechaban la leña, cortando árboles secos y no secos.

A renglón seguido comenzaron los vertidos de todo tipo, sin limitación, que culminaron en la creación de vertederos de dos tipos: de escombros y de basuras de población. Ambos autorizados y orientados por el Ayuntamiento de Madrid.

Los vertederos de escombro, originaron en muy pocos meses enormes montañas que cambiaron la configuración natural de esos parajes, la salida superficial de las aguas y cortaron los caminos antiguos.

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Por otra parte, se creó un vertedero de basuras que, contra toda norma medioambiental, sigue todavía funcionando. Dentro de una depresión del terreno en forma de cráter se vierten las bolsas de basura que recogen algunas camionetas de determinadas viviendas. Allí, miembros de varias familias del contorno (¡incluso niños!) practican el ejercicio de la busca entre las basuras, vaciando las bolsas de plástico que a centenares, en días de viento, impregnan todo el contorno. ¡Y todo ello, a finales del siglo XX, dentro del término municipal de Madrid y consentido y alentado por el Ayuntamiento, que no sabe cómo resolver el problema social de esas pobres gentes en régimen de Tercer Mundo!

También ha sufrido la zona la obra posterior de la M-40, que, además de dejarla mal rematada, su inserción en el terreno ha motivado el destrozo de muchas fincas de la zona para la extracción de tierras con destino a la obra.

Pues bien, toda esta zona será en su día el parque del Valdebeba, según contempla el plan general, próximo a aprobarse. Y, eso quiere decir que seguramente se invertirán ingentes cantidades de dinero en construir un parque desmesurado, faraónico, al estilo del parque Juan Carlos I; que habrá que gastar el dinero de los ciudadanos en deshacer todo lo mal hecho anteriormente (montañas de vertidos, cráteres).

¿No hubiese sido más fácil y menos costoso evitar todo ese descontrol y que la zona hubiese funcionado desde, el principio como parque, a base de evitar las talas de árboles, vertidos, extracciones de tierra, etcétera? Desde luego que sí. Y además, durante todos estos años (y los que que dan hasta que se construya el parque), todos los vecinos de Hortaleza hubieran tenido unas zonas dignas para disfrute y ocio.

Y además, a todas esas familias que viven de rebuscar en las basuras se les podría haber empleado en funciones de mantenimiento de estas zonas (vigilancia, limpieza, cultivo, etcétera). Pero, claro, eso hubiese sido ha cer política imaginativa. Lo con trario ha sido destrozar primero para rehacer después. Ir resolviendo a parches los problemas de vertidos y demás y después gastar lo indecible en un parque cubierto de hormigón, con pavimentos lujosos y rías monstruosas. Pues, sépanlo nuestros ediles, los vecinos prefieren la primera fórmula: pagar menos y tener unas zonas bien arboladas, limpias y con las mínimas infraestructuras de mantenimiento.-

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