El colegio médico exculpa a la clínica que no atendió a un hombre agonizante

Jesús Sagarberría, de 67 años, agonizaba en el suelo el pasado 22 de febrero a 60 metros de la clínica del Rosario, en la calle del Príncipe de Vergara. Dos transeúntes corrieron hasta la entrada del centro médico para dar el aviso y que alguien le auxiliara, pero el personal sanitario se negó a hacerlo y pidió que fueran los peatones quienes trasladaran al enfermo hasta la puerta. Al final, Jesús Sagarberría murió, y la noticia publicada por EL PAÍS generó un sinfín de condenas por esta desatención. Ayer, el presidente de la Comisión Deontológica del Colegio de Médicos de Madrid, Alberto ...

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Jesús Sagarberría, de 67 años, agonizaba en el suelo el pasado 22 de febrero a 60 metros de la clínica del Rosario, en la calle del Príncipe de Vergara. Dos transeúntes corrieron hasta la entrada del centro médico para dar el aviso y que alguien le auxiliara, pero el personal sanitario se negó a hacerlo y pidió que fueran los peatones quienes trasladaran al enfermo hasta la puerta. Al final, Jesús Sagarberría murió, y la noticia publicada por EL PAÍS generó un sinfín de condenas por esta desatención. Ayer, el presidente de la Comisión Deontológica del Colegio de Médicos de Madrid, Alberto Salván, declaró en Radio Nacional de España que, según se establece en el expediente que abrió esa entidad profesional, la actuación de la clínica fue correcta."El médico de guardia", dijo Salván, "actuó correctamente, entre otras cosas porque se dio la casualidad, o la fatalidad, de que estaba atendiendo a otro enfermo con urgencia. En consecuencia, el médico no podía abandonar al otro enfermo para desplazarse fuera del hospital. La Comisión Deontológica entiende que no ha habido ninguna actuación contraria a la deontología".

En el momento del suceso -las 11.15 del miércoles 22 de febrero- se hallaban trabajando en el centro clínico tres médicos de guardia -un internista, un traumatólogo y un intensivista-, cuatro anestesistas, dos equipos de cirugía, un equipo de ginecología, dos traumatólogos y 10 médicos más en sus consultas.

El enfermo fue recogido, 15 minutos después de la negativa de la clínica, por una ambulancia del Insalud. Sus sanitarios lograron reanimarle, pero falleció después en el hospital de la Princesa.

El presidente de la Comisión Deontlógica agregó: "Lo que ocurrió es una circunstancia que, desgraciadamente, se podrá repetir en muchas ocasiones. Además, la información que en su momento dieron los medios de comunicación no fue exacta del todo, parecía que era una situación mucho más alarmante de lo que realmente ocurrió".

J. M. S., de 32 años, uno de los testigos, declaró ayer a preguntas de EL PAÍS: "En la información que se publicó sólo eché de menos que no se dijera que dos policías municipales atendieron al enfermo y le practicaron un masaje cardiaco y la respiración boca a boca con un pañuelo. Varios peatones ofrecieron ayuda, como un spray cardiaco y pastillas. Después llegó la ambulancia y nosotros nos fuimos. Tal vez el hombre que fue a avisar a los médicos se explicó de forma imprecisa, tal vez el médico de guardia estaba ocupado, pero una camilla con un ATS sí podían haber desplazado para llevarle a la clínica y tratarle allí". Una redactora de EL PAÍS llegó al lugar cuando aún estaba Jesús en el suelo, y las versiones que obtuvo de los testigos -uno de ellos fue quien acudió a la puerta de la clínica- fueron coincidentes. Una responsable de la dirección del centro que no quiso identificarse se limitó a decir ayer: "No sabemos nada, aquello está zanjado, y punto". Ante la insistencia del periódico, añadió: "De eso nada, nosotros no teníamos abierto ningún expediente", informa Ana Llovet.

Por otro lado, Eloísa Bernal, directora del hospital de la Cruz Roja en la calle de la Reina Victoria, declaró ayer a Europa Press que el doctor que, se negó a atender a una mujer atropellada a la puerta del centro -el pasado 5 de junio- no será readmitido y se le indemnizará por despido improcedente. Una sentencia del juzgado social consideró ilegal el despido porque no incumplió sus obligaciones laborales, si bien condenó moralmente su conducta.

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