El tibio rechazo del Gobierno a las pruebas nucleares marca la cumbre hispano-francesa

España ha condenado con la boca pequeña las pruebas nucleares francesas y Francia le está agradecida. La moderación española es tanto más importante para el presidente francés, Jaeques Chirac, porque España encabeza la Unión Europea (UE) y ha contribuido a templar los ánimos entre los Quince para evitar que pongan a París en la picota. Aun así, España no figuró entre los socios europeos a los que Chirac dio las gracias en Mallorca hace dos semanas. Con su omisión quiso evitar que se pusiera. de manifiesto la comprensión que la presidencia comunitaria le manifiesta.



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España ha condenado con la boca pequeña las pruebas nucleares francesas y Francia le está agradecida. La moderación española es tanto más importante para el presidente francés, Jaeques Chirac, porque España encabeza la Unión Europea (UE) y ha contribuido a templar los ánimos entre los Quince para evitar que pongan a París en la picota. Aun así, España no figuró entre los socios europeos a los que Chirac dio las gracias en Mallorca hace dos semanas. Con su omisión quiso evitar que se pusiera. de manifiesto la comprensión que la presidencia comunitaria le manifiesta.

Chirac inicia hoy en Madrid, acompañado por media docena de ministros, su primera cumbre con el jefe del Gobierno español, Felipe González, desde que accedió en mayo a la presidencia de la República. Por la tarde recibirá en el palacio de El Pardo, donde se hospeda, al líder del Partido Popular, José María Aznar, que a principios del verano, en el Elíseo, respaldó la iniciativa nuclear francesa.

Tanto González como su ministro de Exteriores, Javier Solana, se han limitado a "lamentar" los ensayos nucleares franceses en el atolón de Mururoa (Pacífico), una condena mucho más suave que la de sus homólogos escandinavos o austriaco de la UE.

Los "lamentos" que le inspiran la iniciativa francesa no han impedido a Solana echar una mano al vecino del norte. Lo hizo primero en Brunei, en agosto, en la reunión que mantuvo con los países de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN), donde sacó una nota enmendando el texto de conclusiones de la presidencia de los países asiáticos. Lo volvió a hacer en Santander, en septiembre, al dirigir el debate entre los ministros de Exteriores de la UE de forma que su homólogo francés, Hervé de Charette, fuese el último en tomar la palabra antes del almuerzo. La templanza española puede, sin embargo, dejar de ser eficaz si Francia, en contra de lo prometido por Chirac, no coopera con la UE. Los expertos que la Comisión Europea envió al Pacífico regresaron el 30 de septiembre sin haber podido llevar a cabo las comprobaciones que deseaban en los parajes nucleares por estar bajo secreto militar.

En el órgano ejecutivo de la UE y en algunos Estados miembros surgen voces a favor de denunciar a Francia ante el Tribunal de Justicia de la Unión.

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Aunque no forma parte del orden del día de la cumbre, González pedirá cordura a Chirac para no envenenar las relaciones con los socios más preocupados por el medio ambiente. "Confiamos en que el asunto no acabe enturbiando nuestra presidencia", afirma un diplomático español.

Al margen de los asuntos europeos y nucleares, el presidente español y su huésped impulsarán un acuerdo sobre la explotación de la línea del tren de alta velocidad entre Figueras y Perpiñán, que será operativo dentro de nueve años.

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