Nueva víctima mortal del éxtasis adulterado en el Reino Unido

La policía calcula en un millón la cifra de consumidores de la droga del fin de semana

La muerte, el pasado viernes, de Daniel Ashton, un estudiante de 17 años que supuestamente había tomado pastillas de éxtasis en una discoteca de Brackpool (al oeste de Inglaterra) ha movilizado a la policía británica. El muchacho no se recuperó del desmayo sufrido al abandonar el local. Su novia, Vanessa, y un amigo de ambos, permanecen aún hospitalizados por el mismo motivo. En los últimos cinco años por lo menos 50 personas han fallecido en el Reino Unido por consumo de una de las drogas más baratas del mercado. Los cálculos policiales cifran en cerca del millón el número de usuarios sem...

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La muerte, el pasado viernes, de Daniel Ashton, un estudiante de 17 años que supuestamente había tomado pastillas de éxtasis en una discoteca de Brackpool (al oeste de Inglaterra) ha movilizado a la policía británica. El muchacho no se recuperó del desmayo sufrido al abandonar el local. Su novia, Vanessa, y un amigo de ambos, permanecen aún hospitalizados por el mismo motivo. En los últimos cinco años por lo menos 50 personas han fallecido en el Reino Unido por consumo de una de las drogas más baratas del mercado. Los cálculos policiales cifran en cerca del millón el número de usuarios semanales.Las pastillas de éxtasis tienen nombres tan exóticos como cadilac rosa, Daniel el travieso o tortolita. Pueden ser además blancas, rojas o del color de una galleta poco tostada. Los resultados de la autopsia de Daniel Ashton no han sido publicados aún, pero los forenses sospechan que la droga estaba adulterada. Su familia niega que el chico fuera un drogadicto. Supone que alguien le dio las tabletas en el curso de una fiesta multitudinaria. Palace es un local de Blackpool con cabida para unas 600 personas. Suele atraer a sus clientes ofreciéndoles "noche, caliente".

Según la policía, la droga llega sobre todo de Holanda. En los análisis han aparecido anfetaminas, cafeína, detergente en polvo e incluso heroína en pequeñas dosis en su composición. Su precio no supera las 4.000 pesetas por unidad y produce euforia durante varias horas. Aumenta la temperatura corporal y el usuario es capaz de bailar sin beber apenas casi toda una noche. Según los expertos, la muerte es parecida a un ataque cardiaco provocado por falta de líquidos y agotamiento.

La desaparición de Daniel ha reavivado la polémica sobre la legalización del éxtasis. Las autoridades británicas la consideran una droga dura, como la cocaína y la heroína. Sus vendedores se arriesgan a ir a la cárcel, pero el usuario puede conseguirla en cualquier bullicioso bar de moda. Las asociaciones que propugnan su venta libre han elaborado unas "normas de uso". Aconsejan beber mucho, descansar a menudo y salir a tomar el aire varias veces en la noche.

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