"La ropa sucia hay que lavarla en casa"

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XOSÉ HERMIDA, Roberto Verino destila un europtimismo difícil de hallar en estos tiempos. "Nunca dejaré de sentirme gallego por ser español, ni español por ser europeo", afirma este diseñador de moda de 50 años, que sin abandonar su pueblo, Verín, una localidad orensana fronteriza con Portugal, se ha hecho un nombre en Europa. Verino dirige un grupo con 200 empleados, centros de trabajo en Madrid y Barcelona, además de tiendas en París y en otra docena de ciudades españolas. Tras comprobar cómo en la última década cambiaba radicalmente la imagen de España en Europa, le preocupa la repercusión internacional de la orgía de escándalos del momento. El consejo del modista es: "la ropa sucia lavarla en casa".

Pregunta. Usted vive en una zona rural de Galicia, donde la Unión Europea no tiene ahora mismo un buen cartel...

Respuesta. Tiene un cartel fatal, pero no es algo exclusivo de aquí. Ocurre porque vivimos unos momentos duros, no tanto como consecuencia de la UE, como del momento histórico en sí. Yo creo en la necesidad de sentirnos europeos y de pertenecer al club de Europa. Estamos en un periodo de ajuste, porque ser miembro de un club exquisito cuesta mucho. La gente pensaba que estar en la UE era un filón que nos convertiría en un país subsidiado. Nadie contaba con que había que pagar un precio. Es cierto que, por ejemplo, la actitud de Bruselas en el conflicto pesquero con Canadá fue fatal. Pero si estuviésemos fuera de Europa nos habría ido mucho peor.

P. O sea, que usted es de los que piensa que pesa más lo positivo.

R. Quiero creer que es así, aunque no soy un analista. Quizá hasta ahora nos hayan tocado sacrificios que no imaginábamos, pero espero que a la larga salgamos beneficiados porque el país va a entrar en una dimensión nueva. Poner alambradas y aduanas es lo último que necesita el mundo hoy en día. Tenemos mucho por ganar.

P. ¿Cómo le ha ido a su sector profesional con la adhesión?

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R. El sector textil industrial vivió bien mientras no tuvo competencia externa, pero no supo adecuarse y ahora, con, excepciones, es mediocre. En la moda, ocurre algo parecido. En España hay una gran energía que más pronto o más tarde dará sus frutos. Parece que en ocasiones a los españoles -y a los gallegos más- nos hace falta que nos pongan en la tesitura. Siempre estamos llorando nuestras desgracias y ya basta de llorar.

P. Usted sí ha salido adelante y además desde la periferia...

R. Crear una industria de moda en un medio rural como este es la mejor demostración de que se trata de una cuestión de voluntad. Hombre, hay que ser un poco romántico y olvidar ese sentimiento de periferia, porque nuestra situación geográfica no va a cambiar. Yo decidí venirme de París a mi pueblo porque estaba convencido de que había que defender el trabajo desde aquí. Claro que tengo desventajas por trabajar desde aquí.

P. ¿Aún arrastramos un complejo histórico?

R. Lo estábamos perdiendo, pero como pasamos con una gran facilidad de un extremo a otro, ahora ya volvemos a flagelarnos y a caer en el hastío. Habría que luchar un poco por serenar toda esta historia y lavar la ropa sucia en casa.

P. En su profesión habrá podido comprobar si es cierto el tópico de que en el sur es es más creativos.

R. Es absolutamente real. Si los grandes diseñadores internacionales con los que nosotros nos estamos midiendo tuviesen que trabajar con nuestros medios, puedo garantizar que no estarían al nivel que están. Luchamos en una guerra nuclear con espadas de madera y, si mantenemos el nivel, será por algo.

P. También habrá apreciado e cambio en la imagen de los españoles en Europa.

P. Sí y he disfrutado mucho. Incluso en algún momento hemos despertado cierta envidia, aunque con el paso del tiempo se haya ido frustrando, sobre todo en los dos últimos años. Quizá por inmadurez, estamos creando un clima de denuncias y de historias tan lamentable que incluso damos la imagen de un país bananero. Yo trato mucho con italianos y a veces me da la risa ver que nos miran por encima del hombro por este tipo de asuntos. Pero la culpa es nuestra. Ellos lavan su propia ropa sucia y hasta aquí sólo nos llega lo inevitable. Nosotros, al contrario, magnificamos los problemas de tal manera que acabaremos pagándolo todos.P. ¿Se tragará Europa las culturas minoritarias como la gallega?

R. A lo mejor es más un deseo que un convencimiento, pero creo que no. En una Europa inteligente se debería favorecer la diferencia, para que todos podamos enriquecernos con ella.

P. ¿Qué es lo que más le inquieta de esta Europa de fin de Siglo: el paro, el racismo, los nacionalismos exacerbados ... ?

R. La crisis económica es lo que veo más complicado y lo que de algún modo alimenta los otros problemas. El nacionalismo exacerbado no tiene futuro y creo que vamos a ser lo suficientemente inteligentes para evitar desastres como el de la antigua Yugoslavia. Con respecto a España, me preocupa que no podamos alcanzar los niveles de convergencia con Europa.

P. ¿Le duele el fracaso de Europa en los Balcanes?

R. Es un fracaso no sólo de Europa sino de las alianzas internacionales. ¿Por qué en Kuwait o en Libia se interviene de la noche a la mañana y en otros lugares se deja morir a la gente? Es por intereses económicos y de otro tipo, que están por encima de la consolidación de Europa.

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