Editorial:

Gasolina en el 'súper'

LA LIBERTAD de precios existente en el sector de la distribución de carburantes no se ha traducido, hasta ahora, en una caída significativa de los precios de venta en función de la oferta y la demanda. Los precios de venta siguen ajustándose de fórma abrumadoramente mayoritaria en las estaciones de servicio españolas apenas unos céntimos por debajo dejos precios máximos autorizados, cuando no precisamente en la raya del máximo beneficio.La tendencia puede empezar a romperse de la mano de las grandes superficies comerciales. Siguiendo el ejemplo implantado años atrás en Francia, los grandes hip...

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LA LIBERTAD de precios existente en el sector de la distribución de carburantes no se ha traducido, hasta ahora, en una caída significativa de los precios de venta en función de la oferta y la demanda. Los precios de venta siguen ajustándose de fórma abrumadoramente mayoritaria en las estaciones de servicio españolas apenas unos céntimos por debajo dejos precios máximos autorizados, cuando no precisamente en la raya del máximo beneficio.La tendencia puede empezar a romperse de la mano de las grandes superficies comerciales. Siguiendo el ejemplo implantado años atrás en Francia, los grandes hipermercados empiezan a utilizar también en España la venta de gasolina como reclamo para atraer mayor número de consumidores a sus establecimientos, Cadenas como, Alcampo, Pryca, o Caprabo han empezado a utilizar este señuelo en algunas de sus instalaciones . en diversos puntos de España. El caso más sonado hasta ahora sido el acuerdo entre él distribuidor Exxon y la cadena Caprabo, que se pusieron de acuerdo para vender la gasolina súper tres pesetas por litro por debajo del precio de sus competidores para lanzar el gigantesco complejo comercial Barnasud, en el cinturón de Barcelona.

La iniciativa de Exxon y Caprabo ha permitido confirmar " el papel de cartel que han adoptado los grandes distribuidores que actúan en España, un mercadó dominado hasta ahora por Repsol, Cepsa y British Petroleum (BP Oil). Caprabo vende la gasolina más barata porque Exxon se la sirve más barata. Se trata de una estrategia común para penetrar en el mercado, aunque sea a costa de reducir sus márgenes de beneficio. Las estaciones de servicio vecinas se han visto obligadas a reaccionar también con reducciones de precio, bien directamente vendiendo la gasolina más bárata o reduciendo su precio en función de la cantidad de gasolina servida o mediante compensa ciones paralelas con servicios adicionales.

Pero el coste dé esta, libre competencia no ha sido asurnido:por los grandes distribuidores, que de momento no ven peligrar su posición de privilegio en el mercado español. Son los propietarios de las estaciones de servicio los que se han visto obligados a reducir sus precios y en consecuencia sus márgenes de beneficio. La primera reacción de Repsól no fue bajar sus precios de suministro, sino pedir e Exxon que no baje los suyos, un mal ejemplo de libre mercado de la mano de una empresa bajo la órbita del Estado.

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La guerra de precios puede subir de grado en las próximas semanas. Una red de supermercados con buena implantación en Cataluña, Esclat, ha empezado recientemente a vender gasolina súper en la localidad barcelonesa de Mallá seis pesetas por debajo del. precio máximo autorizado por litro. A la buena música de las tres pesetas de descuento se añade ahora la, buena letra de seis pesetas de rebaja. Diferencias de precio por encima de las cinco pesetas por litro empiezan a parecer realmente libre competencia.

Pero no parece lógico que. las diferencias de precio en la venta de carburantes obedezcan exclusivamente al interés o no de las grandes superficies comerciales. Las medidas manejadas por el Gobierno para forzar la libre competencia en este sector -supresión de las distancias mínimas entre gasolineras, del contrato de suministró en exclusiva por parte de las petroleras a las gasolineras, reajuste del mecanismo. de precios máximos, obligatoriedad de mantener una reserva estratégica de carburante para. abastecer a su red . de venta durante 90 días- no se han demostrado hasta ahora suficientes. El carácter semipúblico de uno de los principales distribuidores, Repsol, debería servir para algo más que para enjugar el déficit público con sus cuantiosos beneficios.

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