Reportaje:

Fatuos fuegos

Los vecinos de Anchuelo apagan la luz para descubrir el 'misterio' de su cementerio

A todos los que hayan visto de noche, desde la carretera, el cementerio de Anchuelo (557 habitantes) les habrán sorprendido las luces anaranjadas que flotan sobre sus lápidas y cruces de mármol. Hasta este miércoles, los vecinos de la localidad estaban divididos: unos aseguraban que se trataba de un fenómeno paranormal o de fuegos- fatuos; los. otros afirmaban, socarrones, que no era más que el reflejo de las farolas del pueblo sobre la, superficie pulida de las lápidas.El alcalde, Francisco Hermida, quiso desvelar el misterio y antenoche, cuando el reloj de la torre dio las 23.30, cortó el al...

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A todos los que hayan visto de noche, desde la carretera, el cementerio de Anchuelo (557 habitantes) les habrán sorprendido las luces anaranjadas que flotan sobre sus lápidas y cruces de mármol. Hasta este miércoles, los vecinos de la localidad estaban divididos: unos aseguraban que se trataba de un fenómeno paranormal o de fuegos- fatuos; los. otros afirmaban, socarrones, que no era más que el reflejo de las farolas del pueblo sobre la, superficie pulida de las lápidas.El alcalde, Francisco Hermida, quiso desvelar el misterio y antenoche, cuando el reloj de la torre dio las 23.30, cortó el alumbrado público. Frente al camposanto, pertrechados con bocadillos y bebidas como si se tratase de una romería, se congregaron medio millar de personas que lanzaron un lamento al unísono: los presuntos fuegos fatuos se apagaron junto a las farolas.

La pequeña necrópolis, levantada en 1850 alrededor de la ermita de la Oliva, con su ciprés y su valla blanca, alejada del pueblo. casi un kilómetro, está rodeada de campos de cereal y aupada. sobre una loma. En las noches de luna, como la del miércoles, se aparece al viajero al torcer una curva de la carretera que va de Alcalá. de Henares a Santorcaz, y en las más oscuras sólo se divisan las llamas anaranjadas que parecen surgir de la tierra. Si se aguza la vista se puede distinguir con nitidez la silueta ígnea de una cruz.

Incluso los que creían que se trataba de fuegos fatuos, pequeñas llamas que se mueven a poca distancia. de la tierra en zonas pantanosas y cementerios y que se producen por la combustión de animales o vegetales en putrefácción, se han acercado en las noches de su infancia al camposanto para probar su valor. El rotativo local Diario de Alcalá publicó un artículo sobre las llamaradas espectrales que reavivó la polémica, y para zanjarla pidió al alcalde del municipio que apagase las 500 farolas de Anchuelo durante 10 minutos y en una noche de luna.

El miércoles era el día. Los folletos anunciadores atrajeron a gente como Inmaculada, que la primera vez que vio el, fenómeno, hace unos años, apretó el acelerador y no paró hasta su casa.

Había opiniones para todos los gustos. Juan González apostaba por la teoría del reflejo, porque antes las llamaradas eran blancas y se volvieron anaranjadas cuando se cambiaron las farolas. Una pareja venía desde Alcalá de Henares sin "ideas preconcebidas".

En cuanto se apagaron las luces del pueblo todas las miradas se volvieron al camposanto: los' fuegos fatuos habían desaparecido. El regidor volvió a dar la luz y las llamaradas flotaron otra vez sobre las tumbas. Fatuos fuegos fatuos.

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