Echávarri: "Hemos funcionado bien"

José Miguel Echávarri, cronómetro en marcha aún, se quedó más de una hora en la meta esperando recibir referencias de sus rivales. Su primera conclusión, cuando aún no habían llegado el Gewiss y el Mapei, fue clara y alegre: "Hemos dejado atrás a los escaladores, a Pantani y a Virenque".La llegada del Mapei echando pestes no cambió el ánimo del director del Banesto; los 34 segundos que el equipo de Induráin sacaba al de Rominger eran una buena noticia. "No sé", dijo Echávarri. "Me parece bastante tiempo, pero han debido de tener algún problema mecánico". Ya por entonces el director del Banesto...

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José Miguel Echávarri, cronómetro en marcha aún, se quedó más de una hora en la meta esperando recibir referencias de sus rivales. Su primera conclusión, cuando aún no habían llegado el Gewiss y el Mapei, fue clara y alegre: "Hemos dejado atrás a los escaladores, a Pantani y a Virenque".La llegada del Mapei echando pestes no cambió el ánimo del director del Banesto; los 34 segundos que el equipo de Induráin sacaba al de Rominger eran una buena noticia. "No sé", dijo Echávarri. "Me parece bastante tiempo, pero han debido de tener algún problema mecánico". Ya por entonces el director del Banesto tenía noticias alarmantes de la buena marcha del Gewiss. Cuando llegó el conjunto italiano, una sola frase: "De Italia no me extraña nada". Menos mal, podría añadir, que Berzin patinó en el prólogo.

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La exhibición de la máquina de Bombini fue la única sombra en la Alegría plena de un Banesto que había hecho la mejor contrarreloj por equipos de su historia (54,214 kilómetros por hora). "Esto es una historia del equipo: la regularidad y la constancia, la hornogeneidad", se explaya Echávarri. "O sea, lograr que todos funcionen como Induráin. Lo importante es que hemos funcionado bien y que hemos superado, por ejemplo, al Mapei, que son gente mejor preparada que, nosotros para este ejercicio". Todo un análisis con un corolario: "Normalidad y tranquilidad".

Esos dos estados de ánimo sólo mandaban en una persona del Mapei, curiosamente Tony Rominger. El líder suizo parecía extrañamente relajado, ajeno al fatalismo que se respiraba a su alrededor. Su director, Juan Fernández, por ejemplo, pensaba que nunca llegaría a "ver el sol en el Tour". "Ya estamos como otros años", dijo Fernández, "detrás de Induráin. Parece nuestra costumbre". Lo que no obstaba para reconocer

-que no se había andado

bien. `Nos ha faltado

equilibrio", dijo. "Y han

influido bastante los

nervios de los corredores. Todo ha dado al traste con nuestras expectativas. Tenía el convencimiento pleno de que estaríamos por delante del equipo de Induráin".

Rominger, que ya se había tomado la mañana con tranquilidad -no acudió con el resto de sus companeros a examinar el recorrido-, recurría a la palabra "normal" para explicar por qué no estaba afectado. "Ni siquiera el pinchazo ha sido importante, sólo nos habrá costado unos 20 segundos", dijo.

En el ONCE se respiraba una cierta frustración. La deseada victoria por equipos sigue escapándoseles, aunque por lo menos mantuvieron por los pelos el liderato de Jalabert. "Nos hemos relajado al principio. Pensaba que en los primeros 20 kilómetros no nos iban a sacar tanto tiempo y al final tuvimos que echar el resto para conservar el maillot amarillo de Jalabert".

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