Editorial:

Pulso en Euskadi

LA TENSIÓN que se registra en las calles de San Sebastián y otros puntos del País Vasco desde hace unas semanas puede llamarse o no enfrentamiento civil. Lo que parece claro es que, coincidiendo con el comienzo de la protesta popular contra el secuestro, el empresario José María Aldaya, se ha producido una huida hací , a adelante e todo el entramado violento que gira en torna ETA. Su objetivo es claro: evitar que la calle refleje lo que dicen las urnas, que la inmensa mayoría del pueblo vasco rechaza la apelación a la vio Ipncia y al secuestro. Las elecciones municipales han supuesto un nuevo ...

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LA TENSIÓN que se registra en las calles de San Sebastián y otros puntos del País Vasco desde hace unas semanas puede llamarse o no enfrentamiento civil. Lo que parece claro es que, coincidiendo con el comienzo de la protesta popular contra el secuestro, el empresario José María Aldaya, se ha producido una huida hací , a adelante e todo el entramado violento que gira en torna ETA. Su objetivo es claro: evitar que la calle refleje lo que dicen las urnas, que la inmensa mayoría del pueblo vasco rechaza la apelación a la vio Ipncia y al secuestro. Las elecciones municipales han supuesto un nuevo retroceso en el voto de HB y el pacto tripartito de PSOE-PNV-EA ha desalojado a la coalición abertzale de numerosos, ayuntamientos. Ante esta pérdida de votos han decidido recurrir a métodos de amedrentamiento civil. El lenguaje se distorsiona hasta extremos. inconcebibles: el que golpea o prende fuego a un autobús es un patriota vasco, mientras el simple portador de un lazo azul se convierte en un fascista digno de ser apaleado. El discurso de los líderes de KAS y, HB resulta cada día más indistinguible, si lo fue alguna vez, del que ETA emplea en sus comunicados.

Un simple lazo azul fue, con ocasión. del secuestro de Julio Iglesias Zamora, el comienzo de la mayor y más continuada movilización vasca contra ETA. Los estrategas de la violencia parecen haber aprendido la lección de entonces y han decidido utilizar toda su capacidad de movilización, que sigue siendo mucha, para impedir una nueva marea popular de lazos azules. Incluso si para ello hay que, amenazar y golpear a cada ciudadano. Una simple encuesta en las calles revela que muchos de los que hasta ayer llevaban un lazo han dejado de llevarlo. No se puede pedir a todo el. mundo que tenga madera de héroe, pero la normalización de la vida política en Euskadi habrá sufrido un serio, retroceso si los violentos ganan este pulso.

La subcultura política de estos grupos no tendría mayor relieve que la de ciertas tribus urbanas radicales en muchos países sí no existiera una fuerza terrorista tras ella.' Y si algunos partidos no se vieran a, veces tentados a compartir con ellos fines estratégicos y desmarcase del frente contra los violentos.

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La falta de cohesión del Pacto de Ajuria Enea, la capacidad operativa demostrada por ETA y esta presión social de un, entorneo que trabaja, abiertamente dentro de la estrategia marcada por la organización terrorista son tres datos de una realidad que adquiere tonos cada día más preocupantes. Pero tiene, razón el lehenddkari Ardanza cuando dice que la sociedad vasca no puede perderla calma. Hay que hacer frente á la situación, con los medios legales contra el terrorismo y el vandalismo. Ellos apuestan por el caos y la violencia, la sociedad debe hacerles frente con calma, pero también con, toda la firmeza de la ley.

Las movilizaciones pro-ETA frente a las que convocan los obreros de la empresa del secuestrado en demanda de su libertad -ayer volvió a haber una, salpicada de, incidentes- son la clásica manifestación nazi que añade el insulto a la víctima a la agresión contra ésta. Se secuestra y después se insulta a familia y amigos del secuestrado. O se profanan tumbas de víctimas, judías por parte de neonazis en Centroeuropa y de Gregorio Ordóñez en San Sebastián.

Las medidas contra esta ofensiva del mundo violento de ETA no son nuevas. Son la unidad sin fisuras de los demócratas frente a los asesinos y sus cómplices y la confirmación por parte de todos de que no hay vía de negociación con los violentos mientras no demuestren que han dejado de serlo.Y además, se requiere la movilización pacífica de. la sociedad vasca para demostrarles que también han perdido la calle.

Este despliegue de la voluntad civil vasca para acabar con la coacción constante es imprescindible en el pulso que el terrorismo y los nuevos totalitarios han decidido hacerle. A esta movilización han de con tribuir los partidos más que hasta ahora, sin hacer de jación de estas responsabilidades exclusivamente en organizaciones pacifistas, qué son las. que han asumido hasta ahora el liderazgo de la respuesta civil a la violencia etarra.

Los problemas se solapan. Hay un hombre secuestrado desde hace casi dos meses, hay otro en coma por. un disparo en la nuca, hay mayor desconfianza entre los partidos de Ajuria Enea, hay sospechas graves sobre la actuación, de diversos cuerpos de seguridad. Pero ante todo hay un problema en la raíz de todo: ETA y la. subcultura violenta de su entorno. Acabar con ésta es un reto de la sociedad democrática.

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