3.000 personas rinden homenaje al policía local de Madrid asesinado por ETA

"Hay personas que por un puñado de dinero o por falsos ideales llegan a lo peor a que puede llegar un hombre, a matar", dijo ayer el vicario general del Arzobispado Castrense, Clemente Martín, en la misa corpore insepulto por el policía municipal Jesús Rebollo García, muerto el pasado lunes, en Madrid, como consecuencia de la explosión de un coche-bomba de ETA cargado con 60 kilos de amosal. Los restos mortales del agente, de 39 años y al que se concedió a título póstumo la Medalla de Plata de la Villa de Madrid, fueron incinerados en el cementerio de la Almudena. Sus cenizas serán esparcidas,...

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"Hay personas que por un puñado de dinero o por falsos ideales llegan a lo peor a que puede llegar un hombre, a matar", dijo ayer el vicario general del Arzobispado Castrense, Clemente Martín, en la misa corpore insepulto por el policía municipal Jesús Rebollo García, muerto el pasado lunes, en Madrid, como consecuencia de la explosión de un coche-bomba de ETA cargado con 60 kilos de amosal. Los restos mortales del agente, de 39 años y al que se concedió a título póstumo la Medalla de Plata de la Villa de Madrid, fueron incinerados en el cementerio de la Almudena. Sus cenizas serán esparcidas, en un acto íntimo, en algún lugar de la sierra madrileña.

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Faltaban pocos minutos para las diez de la mañana. El patio central de la Jefatura de la Policía, en la Casa de Campo, estaba enmarcado por decenas de coronas de flores. Cerca de 3.000 personas se habían reunido para asistir a la ceremonia religiosa por Rebollo. Apenas 26 horas antes, a las 7.17 de la mañana del lunes, el coche-bomba colocado por la banda terrorista ETA en la calle del Carmen, junto a la plaza del Callao, había hecho explosión y el agente, que se hallaba a unos 100 metros de distancia, formando parte del cordón montado tras las llamadas telefónicas de aviso, había sido alcanzado fatalmente en la cabeza por un trozo de hierro desprendido de una papelera.Compañeros del agente asesinado, pertenecientes a la Unidad Especial de Seguridad y que, como él, habían participado en la operación del día anterior, entraron en el recinto llevando a hombros el féretro al son de una marcha fúnebre. La emoción sé reflejó entonces en todos los rostros, desde el de la delegada del Gobierno, Pilar Lledó, que representaba al Gobierno central, hasta los del alcalde de la ciudad, José María Álvarez del Manzano; el presidente electo de la comidad, Alberto Ruiz-Gallardón, o el gobernador militar, Antonio Martínez Teixidó. En la primera fila, la viuda de Rebollo, sus dos hijas mayores -son cuatro hermanos-, sus padres y otros familiares no pudieron evitar, en medio de su dolorosa serenidad, las lágrimas:

Precisamente, el vicario general del Arzobispado Castrense, Clemente Martín, quien ofició la misa en colaboración con el párroco de la iglesia de, Santa Cristina, Victorino Tardón, destacó en su homilía "el dolor que agita la mente y el corazón" de la familia de la víctima "y que se extiende también", agregó, "al pueblo de Madrid y a España entera". "Ha muerto", recalcó Martín, "un servidor" del orden público, uno de ésos cuya misión es "vigilar y guardar" para que todos los ciudadanos vivan "en paz". "Pero hay personas que por un puñado de dinero o por falsos ideales llegan a lo peor a que puede llegar un hombre, a matar", prosiguió.

Alvarez del Manzano reiteró más tarde su "indignación" por el atentado que costó la vida a Rebollo y elogió el gran espíritu de sacrificio del cuerpo al que pertenecía, dentro del cual "hay personas que son capaces de morir por los demás". Luego, manifestó que, por ser la capital del reino, "Madrid tiene muchas cargas", entre ellas "la de ser objetivo de los criminales". "No por ello nos arredrarán. Sabemos que tenemos la necesidad de defender la unidad de España, que no se va a separar por mucho que ellos [los etarras] lo quieran", concluyó.

A su vez, Ruiz-Gallardón pidió a los madrileños "una enorme serenidad y prudencia" ante "las actuaciones asesinas de ETA", con las que trata "de generar miedo y de presionar a la sociedad española" para conseguir lo que sabe que no puede lograr, "por irracional, por la vía pacífica".

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En el Ayuntamiento se guardaron cinco minutos de silencio, a propuesta de los sindicatos y los grupos políticos, para expresar "un no rotundo al terrorismo". El gesto fue seguido en otras ciudades tanto de la propia región madrileña como de fuera de ella.

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