Los quintos de la UE

La energía eólica comenzó a instalarse en España en Tarifa (Cádiz) en 1981 con la colocación de un prototipo de aerogenerador, pero el gran estirón de esta fuente renovable de electricidad se ha dado en los años noventa. Con las aperturas de la ampliación del parque de Tarifa en 1993 -uno de los mayores de Europa- y del de Fuerteventura (Canarias), España ha alcanzado una potencia procedente del viento de 80 megavatios, lo que significa haber multiplicado por diez lo instalado en el año 1990. Esto nos coloca en el quinto puesto de la UE, después de los 500 megavatios de Dinamarca, 330 de A...

La energía eólica comenzó a instalarse en España en Tarifa (Cádiz) en 1981 con la colocación de un prototipo de aerogenerador, pero el gran estirón de esta fuente renovable de electricidad se ha dado en los años noventa. Con las aperturas de la ampliación del parque de Tarifa en 1993 -uno de los mayores de Europa- y del de Fuerteventura (Canarias), España ha alcanzado una potencia procedente del viento de 80 megavatios, lo que significa haber multiplicado por diez lo instalado en el año 1990. Esto nos coloca en el quinto puesto de la UE, después de los 500 megavatios de Dinamarca, 330 de Alemania, 130 del Reino Unido y 110 de Holanda (datos de 1993). El optimismo se matiza mucho con los porcentajes. Esos 80 megavatios son lo suficiente para abastecer el consumo de electricidad de unas 65.000 viviendas, pero no alcanzan a representar ni el 0,1 % de toda la electricidad generada en España.

Por comunidades autónomas, Andalucía y Canarias acaparan la mayor cantidad de molinos de viento. Sin embargo, la pionera en el aprovechamiento práctico de la fuerza eólica fue precisamente, Cataluña. En 1984 se instalaron en el Ampurdán cinco aerogeneradores de tecnología nacional, que ya están desmontados. La zona del Bajo Ebro se sitúa, junto al Estrecho de Gibraltar, Canarias y Galicia, entre las de mayores posibilidades para instalar molinos al viento.