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El Sevilla depende del Deportivo

El Atlético aseguró pronto, pero los sevillistas lucharon por el empate

El Atlético se queda en Primera. Se lo ganó a pulso en una primera parte inteligente que estuvo a punto de dilapidar tras el descanso. El equipo de Aguiar fue mejor que el Sevilla mientras quiso, pero se le dobló el partido cuando se convenció que nada podría fastidiar su permanencia. La gran goleada del Depor al Albacete llegó enlatada en transistores al Sánchez Pizjuán. El Atlético se relajó y perdió todo lo ganado. Además el Sevilla sacó nervio y ambición. Sabía que el Espanyol no ganaba su partido y que le bastaba el empate a dos logrado por Monchu con el alma. Ambos lograron sus objet...

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El Atlético se queda en Primera. Se lo ganó a pulso en una primera parte inteligente que estuvo a punto de dilapidar tras el descanso. El equipo de Aguiar fue mejor que el Sevilla mientras quiso, pero se le dobló el partido cuando se convenció que nada podría fastidiar su permanencia. La gran goleada del Depor al Albacete llegó enlatada en transistores al Sánchez Pizjuán. El Atlético se relajó y perdió todo lo ganado. Además el Sevilla sacó nervio y ambición. Sabía que el Espanyol no ganaba su partido y que le bastaba el empate a dos logrado por Monchu con el alma. Ambos lograron sus objetivos: los madrileños no caen al purgatorio y los sevillistas esperarán al sábado para engancharse a Europa.Los primeros compases del choque fueron una auténtica nerviosera colectiva. Ni Sevilla ni Atlético lograron aplacar el tembleque que sucedió al pitido inicial de Brito Arceo. No hubo tregua alguna por parte sevillista. Ni concesiones por parte Atlética. Los rojiblancos se conjuraron para no perder nunca las marcas. Fue un atropello de partido con continuas escenas de cuerpo a cuerpo.

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Sobre el papel, Luis dispuso un agresivo tricarro en el centro del campo. Pero la estrategia no servía. Las prisas iniciales tenían todo el protagonismo. Daba la impresión de que los colchoneros no pasarían demasiados apuros. La calma sería suficiente receta para abortar los topetazos. desbocados del Sevilla en ataque.

A los 20 minutos se rompió el partido definitivamente. Marcó el Atlético. El equipo que hasta entonces había dominado mejor los nervios. El Sevilla respondió de inmediato. Se convirtió en un conjunto endemoniado. Si antes había empujado sin calma, lo que ocurrió tras el gol fue, la demencia atacante por antonomasia. Todo el equipo se fue arriba. El riesgo era enorme, pero Europa lo merecía. Juanito se fue a vivir al círculo central. El campo se redujo a la mitad. Al Atlético sólo le quedaba una opción: conservar el 0-1 hasta que pudiera e intentar machacar a la contra.

Pero lo tuvo más sencillo de lo esperado. Una magnífica jugada de contragolpe apuntilló a los locales. Caminero, el líder indiscutible del centro del campo rojiblanco, asistió a Geli que, al primer toque entregó a Simeone. El argentino entró con el alma y se llevó el balón por delante. El gol hundió aún más al Sevilla, que hasta muy cercano el descanso no inquietó a Abel. Esa ocasión frustrada terminó por ahogar al equipo de Aragonés. Estaba roto, desarmado e impotente.

El Sevilla persistió imponiendo un dominio estéril que el Atlético descomponía sin problemas en la zona de riesgo. Ferreira se hizo el dueño del área. Todos los vuelos del balón que los andaluces impulsaban morían en la testa del defensa vasco. Precisamente una de sus ausencias trajo el 1-2. El Sevilla recuperó la vida en una jugada sin trascendencia que Marcos convirtió en vital. Recuperó un balón y lo puso en la cabeza del goleador del equipo. El gol devolvió la intensidad a un encuentro que se había esfumado con los dos mazazos del Atlético.

Desde ahí hasta el final el Atlético perdió la brújula. Estuvo en manos de un rival mucho más entero y, curiosamente, más tranquilo. Su única obsesión consistió en escupir balones del área. Llegaron varias jugadas de riesgo al área de Abel. El empate servía al Sevilla porque cazaría el rebote, es decir, la plaza que puede regalar el Depor si gana la Copa del Rey el sábado. Y con el sainete de Albacete, a los atléticos también les sobraba el empate. Y llegó la igualada, un tanto de instinto de Monchu. El resto del partido fue un pacto.

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