Editorial:

Jerusalén de la discordia

SE HA salvado un nuevo obstáculo para el proceso de paz en Oriente Próximo. El Gobierno laborista de Isaac Rabin ha suspendido su plan de expropiación de 53 hectáreas de tierra palestina en tomo a Jerusalén. Esto permite la reapertura, del diálogo y abre de nuevo la esperanza a que antes del 1 de julio haya un acuerdo sobre retirada del Ejército de los núcleos urbanos aceptable para la autoridad palestina que preside Yasir Arafat y más adelante se celebren las elecciones en los territorios ocupados para hacer efectiva la autonomía árabe sobre la mayor parte de los mismos. Pero el problema perm...

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SE HA salvado un nuevo obstáculo para el proceso de paz en Oriente Próximo. El Gobierno laborista de Isaac Rabin ha suspendido su plan de expropiación de 53 hectáreas de tierra palestina en tomo a Jerusalén. Esto permite la reapertura, del diálogo y abre de nuevo la esperanza a que antes del 1 de julio haya un acuerdo sobre retirada del Ejército de los núcleos urbanos aceptable para la autoridad palestina que preside Yasir Arafat y más adelante se celebren las elecciones en los territorios ocupados para hacer efectiva la autonomía árabe sobre la mayor parte de los mismos. Pero el problema permanece.El Gobierno israelí sale gravemente debilitado del asunto, puesto que no ha retirado el proyecto por convencimiento. Lo hizo porque sabía que per día una votación de confianza en el Parlamento al sumarse los votos de seis diputados de partidos árabes -que hubieran retirado su apoyo al laborismo por la confiscación de tierras palestinas- a los de la oposición del derechista Likud. Aunque estos últimos son los más feroces paritidarios de las expropiaciones, hubieran dado la bienvenida a esta alianza entre adversarios para hacer caer al Gobierno y provocar la convocatoria de elecciones anticipadas.

El resultado de todo ello es un Gobierno de Rabin que muestra una extrema debilidad ante la opinión. Suspende vergonzantemente un proyecto cuyo propósito era aislar a Jerusalén de una tierra de amplia mayoría de población árabe para hacer más dificil cualquier reconocimiento de los derechos palestinos sobre la ciudad santa., De todo ello sólo se beneficia, el Likud, que asegura que sólo bajo su Gobierno se puede proteger Jerusalén de la presión árabe.

La expropiación de tierras palestinas al este de la ciudad santa no era sino un secuestro de la futura negociación. sobre el destino de Jerusalén, proclamada capital de Israel ante la generalizada protesta internacional. Y esto equivale a poner en gravísimo peligro todo el proceso de paz. Es una buena noticia, por tanto, la enmienda del Gobierno de Rabin. Como preocupante es que se le ocurriera la iniciativa que ahora ha de cancelar.

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