El Banco de Francia advierte a los candidatos que no deben cuestionar la política de rigor económico

El Banco de Francia, independiente desde hace un año, escucha sin demasiada satisfacción los discursos de los candidatos sobre la necesidad de alzas salariales y mayor gasto social por parte del Estado. Tanto el socialista Lionel Jospin como el gaullista Jacques Chirac: son partidarios de que suban los sueldos, para estimular el consumo e, indudablemente, también para ganar votos en las urnas. El gaullista Édouard Balladur parece haberse adherido en los últimos días a esa misma tesis. Pero el gobernador del Banco de Francia, Jean-Claude Trichet, les ha advertido contra la tentación de poner fi...

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El Banco de Francia, independiente desde hace un año, escucha sin demasiada satisfacción los discursos de los candidatos sobre la necesidad de alzas salariales y mayor gasto social por parte del Estado. Tanto el socialista Lionel Jospin como el gaullista Jacques Chirac: son partidarios de que suban los sueldos, para estimular el consumo e, indudablemente, también para ganar votos en las urnas. El gaullista Édouard Balladur parece haberse adherido en los últimos días a esa misma tesis. Pero el gobernador del Banco de Francia, Jean-Claude Trichet, les ha advertido contra la tentación de poner fin a la política de rigor mantenida en el país durante los últimos 12 años.

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El mensaje de Trichet aparece en la introducción al informe anual del Banco de Francia, y se dirige a los candidatos, la patronal y los sindicatos. Trichet señala que su misión es "velar para que las alzas de precios sean limitadas" y para que a cotización del franco "se mantenga estable", condiciones "indispensables para un crecimiento duradero y para la creación de empleos duraderos". "Hace falta que cada uno de los interlocutores sociales tenga presente que el Banco de Francia, por ley, está ahí para limitar el alza de los precios", dice Trichet.La sociedad francesa se muestra, sin embargo, muy fatigada tras más de una década de rigor en la que, a cambio de reducir la inflación por debajo del 2% y de fortalecer al franco, el desempleo ha subido vertiginosamente, hasta superar la cota de los tres millones de parados. La mayoría de los salarios han perdido poder adquisitivo y la marginación social ha afectado a amplias capas de la población. Las grandes empresas, por el contrario, estaban descapitalizadas cuando François Mitterrand llegó a la presidencia, en 1981, y ahora disfrutan de voluminosos excedentes de tesorería.

El propio presidente del Consejo Nacional de la Patronal Francesa (CNPF), Jean Gandois, admite que hay casos en que rechazar las subidas salariales sería "una provocación". La coincidencia es casi general: Francia está políticamente a la derecha, y socialmente a la izquierda.

"La cuestión salarial es un polvorín", reconoció ayer un portavoz de la patronal. "El 60% de los salarios es muy bajo o demasiado, y nuestra previsión es que hasta junio tendremos una conflictividad la boral muy intensa", agregó. La CNPF se muestra conforme con muchas de las reivindicaciones de los sindicatos y parece convenir, con Jacques Chirac, en que "Ia hoja de salarios no destruye empleos ni reduce la competitividad". "Es normal que el Banco de Francia recomiende moderación en los salarios, porque esa es una de sus misiones. Pero, en nuestra opinión, el mayor problema de la economía francesa radica en los déficit públicos, cosa que también indica el Banco de Francia", señaló el portavoz de la CNPF.

"En lo que se refiere concretamente a las empresas, se ven muy perjudicadas por las devaluaciones competitivas practicadas por países como Italia y, en menor medida, España y el Reino Unido", agregó. Muchos empresarios franceses creen que debería alcanzarse inmediatamente una unión monetaria del núcleo duro de la Unión Europea (Alemania, Francia y Benelux) e imponer aranceles sobre los países que devalúan.

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Según estimaciones de la CNPF, dos tercios de sus afiliados simpatizan con Jacques Chirac. El ministro de la Pequeña y Mediana Empresa, Alain Madelin, chiraquista, tiene mucho que ver con ese apoyo empresarial. Otra cosa es que los empresarios crean a pies juntillas las promesas electorales de Chirac, según el cual todo podrá mejorarse sin que nadie salga perjudicado. "Está muy claro que el futuro presidente, sea Chirac o sea otro, tendrá que enfrentarse inmediatamente a los agujeros en la Seguridad Social y el sistema de pensiones, y reformar el sistema fiscal", explicó el portavoz. "Los dos primeros años de mandato serán muy duros, con una tensión social muy elevada", concluyó.

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