Ningún imam acudió al entierro de la periodista argelina Rachida Hammadi

Ha sido como un último disparo. Ningún imam acudió ayer al mediodía al cementerio de Beni Messous, en Argel, para enterrar a la periodista Rachida Haminadi, de 32 años, tiroteada el pasado 20 de marzo por un comando integrista cuando se encontraba en la parada del autobús y se disponía a ir al trabajo.La oración fúnebre la pronunció en medio de la desolación y del silencio un compañero de la televisión estatal argelina. "Yo no soy un imam. Pero rezad. Re zad para que se detenga la vio lencia en Argelia. Rezad para que volvamos a ser hermanos", gritó un técnico de la Radiotelevisión Arge...

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Ha sido como un último disparo. Ningún imam acudió ayer al mediodía al cementerio de Beni Messous, en Argel, para enterrar a la periodista Rachida Haminadi, de 32 años, tiroteada el pasado 20 de marzo por un comando integrista cuando se encontraba en la parada del autobús y se disponía a ir al trabajo.La oración fúnebre la pronunció en medio de la desolación y del silencio un compañero de la televisión estatal argelina. "Yo no soy un imam. Pero rezad. Re zad para que se detenga la vio lencia en Argelia. Rezad para que volvamos a ser hermanos", gritó un técnico de la Radiotelevisión Argelina, que se encontraba entre el público congregado en el cementerio para enterrar a la periodista número 31 y a la mujer 130 abatida por la violen cia integrista desde 1992.

El cortejo fúnebre acogió con alivio las palabras del orador improvisado, ya que con ellas se rompía un silencio embarazoso, lleno de interrogantes, mientras se trataba de localizar a un imam, que debería haber estado puntualmente allí para pronunciar unas palabras y dirigir la oración fúnebre (fathia) con que se despide ritualmente en los cementerios a todos los muertos. un grupo muy reducido de mujeres, con el pelo descubierto, militantes de la organización RAFD (Agrupación Argelina de Mujeres Demócratas), había llenado aquel silencio entonado una canción, de los. años de la revolución argelina, para exclamar luego las primeras estrofas de un cántico convertido desde hace tres años en un clásico, en el que se exalta la lucha por la democracia, la libertad de expresión y de prensa. Con ese gesto se profanó por dos veces el cementerio, ya que, según las reglas del Corán, las mujeres no pueden estar presentes en los entierros y alzar la voz en las ceremonias religiosas. Al lado de la tumba de Rachida se encuentra la de su hermana Meriem, de 36 años, acribillada en el mismo atentado por una quincena de proyectiles.

A la misma hora en que era enterrada Rachida Hainmadi, el presidente de la República, el general Liamín Zerual, recibía a Abdelhamid Mehri, secretario general del ex partido único, Frente de Liberación Nacional, dentro de la ronda de consultas y negociaciones iniciadas por el jefe del Estado con los responsables de los partidos políticos con el objetivo de encontrar una salida a la crisis en la que se encuentra inmersa Argelia.

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