Cartas al director

Ahorro y sentido común

Observo que se empiezan a instalar en algunas ciudades españolas contenedores para papel y vidrio, destinados a su reciclamiento, por iniciativa no' de los respectivos ayuntamientos, sino del Ministerio de Medio Ambiente. Considero este hecho como una pequeña concesión a los ecologistas de turno (el mismo sector excéntrico que se opone al servicio militar) y quizá también como un deseo de no acaparar una vez más cuotas de atraso con respecto a otros países de Europa donde, inexplicablemente, se les da demasiada importancia a éstas cuestiones. Justifico esta idea al constatar que la pres...

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Observo que se empiezan a instalar en algunas ciudades españolas contenedores para papel y vidrio, destinados a su reciclamiento, por iniciativa no' de los respectivos ayuntamientos, sino del Ministerio de Medio Ambiente. Considero este hecho como una pequeña concesión a los ecologistas de turno (el mismo sector excéntrico que se opone al servicio militar) y quizá también como un deseo de no acaparar una vez más cuotas de atraso con respecto a otros países de Europa donde, inexplicablemente, se les da demasiada importancia a éstas cuestiones. Justifico esta idea al constatar que la presencia de contenedores es anecdótica y meramente ornamental. Las previsiones se desbordan siempre ante la contundente respuesta de los ciudadanos, y la capacidad de estos contenedores es ridícula frente a la cantidad de vidrio y papel que se arroja en los contenedores convencionales de basura sin clasificar.Si alguien dedica unos minutos a comprobar qué tipo de personas utiliza los contenedores para reciclamiento verá que principalmente son jóvenes con firmes convicciones ecologistas y de simple solidaridad y gente mayor no movida por estos ideales tan en boga hoy día, sino por simple sentido común y quizá por evocar su juventud, cuando había que devolver las botellas de gaseosa en la tienda y se traía la leche en un recipiente propio. Cualquiera puede llegar a la conclusión de que arrojar la basura a un monte no es un buen método, ya que llegará un momento en que el monte se llene. Quemar la basura tampoco se perfila como una. opción idónea, y menos en estos tiempos, en los que si algo sobra son precisamente humos., Con la práctica del reciclamiento y la reutilización se produce menos basura, y a la que se genera se le da una utilidad. ¿Qué más se puede pedir? Habrá que esperar de momento a que la Administración haga frente a las presiones de los poderosos fabricantes de envases y que al resto de ciudadanos (la inmensa mayoría) les cunda el ejemplo de sus jóvenes y de sus mayores, que representan una avanzadilla solitaria en defensa del ahorro y el sentido común.-

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