Los unionistas no encuentran estrategia para enfrentarse al plan anglo-irlandés

Al parecer están solos. Los políticos unionistas de Irlanda del Norte no encuentran bases de apoyo ni estrategia contundente para oponerse al documento marco desvelado el miércoles por los primeros ministros británico e irlandés, John Major y John Bruton, respectivamente. Un texto que pinta un futuro teñido a sus ojos con los colores de la bandera republicana. Un texto que ha sido saludado como el espíritu de una "sola Irlanda" por el presidente del Sinn Fein (rama política del IRA), Gerry Adams.En el Parlamento de Westminster, donde los nueve diputados del Partido Unionista del Ulster, de Jam...

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Al parecer están solos. Los políticos unionistas de Irlanda del Norte no encuentran bases de apoyo ni estrategia contundente para oponerse al documento marco desvelado el miércoles por los primeros ministros británico e irlandés, John Major y John Bruton, respectivamente. Un texto que pinta un futuro teñido a sus ojos con los colores de la bandera republicana. Un texto que ha sido saludado como el espíritu de una "sola Irlanda" por el presidente del Sinn Fein (rama política del IRA), Gerry Adams.En el Parlamento de Westminster, donde los nueve diputados del Partido Unionista del Ulster, de James Molyneaux, han unido tantas veces sus fuerzas para apuntalar la exigua mayoría conservadora, apenas unos cuantos tories trasnochados parecen compartir hoy su disgusto.

La opinión pública británica vive ajena a un problema que ha costado demasiados muertos en los últimos 25 años y que tampoco resulta barato en el terreno estrictamente económico. Mantener la unión con el Ulster cuesta a los británicos 3.500 millones de libras (por encima de los 700.000 millones de pesetas) al año.

Los signos que llegan de la calle tampoco dan pie para pensar que la respuesta de los habitantes del Ulster vaya a estar dictada por el apasionamiento ideológico. En Belfast, la tranquilidad ha sido total en las últimas horas, mientras la gente consumía todas las existencias de ejemplares del documento marco, 37 páginas que exigirán toda su atención.

Por supuesto, los sectores protestantes más radicales rechazan de plano el texto, pero la mayoría ciudadana espera y guarda silencio, lo mismo que los nacionalistas.

Cuestión de tiempo

Todo es cuestión de tiempo. Pero parece claro que la fase de debate político del documento marco durará el tiempo suficiente como piara que el proceso de paz cuaje y las cuestiones de soberanía puedan quedar pospuestas a un segundo plano.

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A la vista de la complejidad de los nuevos organismos a desarrollar, algunos analistas apuntaban ayer como probable un plazo de cinco años para que, caso de recibir el apoyo requerido, emerja el perfil político de la nueva Irlanda del Norte.

En todo caso, un tiempo más que suficiente para limar las as perezas más duras. Ayer, un comentarista político recordaba en el diario londinense The Independent la larga lista de fracasos que preceden al texto conjunto anglo-irlandés presentado el miércoles. Pero apuntaba con agudeza que de todos ellos el nuevo documento marco destaca con una característica propia: es el único que ha sido ofrecido a las dos comunidades -la republicana y la unionista- de Irlanda del Norte en un contexto de paz.

[El secretario de Estado para Irlanda del Norte, Michael Ancram, exhortó ayer a los unionistas a aceptar el diálogo cualquiera que sea el nombre que se dé al documento anglo-irlandés, informa France Press].

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