Unos desconocidos asaltan un piso, atan a la dueña y rompen los muebles

Cuando Pedro, de 57 años, llegó ayer por la tarde a su casa de la calle de San Gregorio (Usera) se encontró con la puerta abierta y con su esposa magullada, amor dazada y atada de pies y manos. Luisa, ama de casa de 52 años, apenas articuló palabra: la agarrotaba una terrible crisis nerviosa.Los agresores, antes de darse a la fuga, habían entrado en la vivienda, cortado la línea telefónica, destrozado el mobiliario y maltratado a la mujer, pero sin robar nada. ¿El motivo? Un misterio que ni la policía ni el marido conocían ayer, pese a que ya había un antecedente. El pasado 8 de febrero, el pi...

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Cuando Pedro, de 57 años, llegó ayer por la tarde a su casa de la calle de San Gregorio (Usera) se encontró con la puerta abierta y con su esposa magullada, amor dazada y atada de pies y manos. Luisa, ama de casa de 52 años, apenas articuló palabra: la agarrotaba una terrible crisis nerviosa.Los agresores, antes de darse a la fuga, habían entrado en la vivienda, cortado la línea telefónica, destrozado el mobiliario y maltratado a la mujer, pero sin robar nada. ¿El motivo? Un misterio que ni la policía ni el marido conocían ayer, pese a que ya había un antecedente. El pasado 8 de febrero, el piso había sido asaltado por unos desconocidos. Habían destrozado, en ausencia de los dueños -la mujer se había ido al médico-, los sillones, él tresillo, los cojines y los armarios y rasgado las cortinas.

"Lo denuncié en comisaría, pero no me ha servido de nada", comentaba ayer Pedro, incapaz de explicar lo sucedido. El hombre, pintor industrial en una empresa en la que también trabajan sus hermanos, aseguraba carecer de enemigos. Su mujer, con la que tuvo dos hijas ya emancipadas, había sido trasladada al Doce de Octubre. El ataque la había dejado sin habla, y a los agentes, sin un testimonio de primer orden. Su estado, con todo, no revestía gravedad.

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