Tribuna:

La tentacion extraparlamentaria

La regla del juego de la democracia parlamentaria consiste en que el Gobierno de la Nación tiene legitimidad de origen, porque obtiene la confianza de la mayoría parlamentaria en la investidura y tiene legitimidad de ejercicio, porque no le es retirada la confianza por dicha mayoría durante la legislatura.Ciertamente confianza parlamentaria y confianza ciudadana no son idénticas. El Parlamento es el órgano más legitimado democráticamente, pero es constitucionalmente un, órgano con un déficit de legitimidad. Por dos motivos:



1.
º Po...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

La regla del juego de la democracia parlamentaria consiste en que el Gobierno de la Nación tiene legitimidad de origen, porque obtiene la confianza de la mayoría parlamentaria en la investidura y tiene legitimidad de ejercicio, porque no le es retirada la confianza por dicha mayoría durante la legislatura.Ciertamente confianza parlamentaria y confianza ciudadana no son idénticas. El Parlamento es el órgano más legitimado democráticamente, pero es constitucionalmente un, órgano con un déficit de legitimidad. Por dos motivos:

1.º Porque es una representación simplificada de la sociedad.

2.º Porque es una representación fija de una sociedad que se mueve.

Todo Parlamento es deficitario en su expresión de la sociedad, aunque no todos y en todos los momentos lo son por igual. Pero siempre hay un déficit en la confianza parlamentaria en relación con la confianza ciudadana.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Justamente por eso, la tentación extraparlamentaria es una tentación permanente en los sistemas democráticos. Tentación que normalmente se reviste de ropajes democráticos y apela a la democracia para hacerla valer frente a su secuestro o adulteración parlamentaria. Esa tentación encuentra su fundamento en la propia naturaleza constitutivamente deficitaria de la democracia parlamentaria como forma política representativa. Y es tanto más fuerte cuanto más reciente es la imposición de dicho sistema político. Suele afectar al sistema en su infancia o juventud y no cuando ha llegado a la madurez. Entonces está vacunado contra tal tentación.

Justamente por eso también, la tentación tiene que ser resistida. La experiencia de todos los países civilizados demuestra que una vez que un país se desliza por la pendiente de intentar resolver sus problemas políticos extraparlamentariamente, es muy difícil no despeñarse. La breve experiencia histórica española apunta inequívocamente en esa dirección. Fuera de la regla del juego parlamentario no hay solución política a los problemas. Cualquier remedio acaba siendo peor que la enfermedad.

Tal regla del juego puede ser de aplicación más o menos flexible. Lo es. más en los Estados unitarios y lo es menos en los Estados políticamente descentralizados. En estos últimos la existencia de múltiples consultas regionales escalonadas en el tiempo, obligan a aislar las elecciones generales de las que no lo son (regionales, municipales o europeas). De ahí que Alemania sea el país europeo en el que la Constitución dificulta hasta casi imposibilitar la disolución del Parlamento. El Gobierno de la Nación debe ser un Gobierno de legislatura.

La democracia parlamentaria española se parece a la alemana más que a ninguna otra, tanto en lo que a los mecanismos de otorgamiento y retirada de la confianza se refiere, como en lo que toca a la estructura del Estado. Sería bueno que tornáramos nota de esa experiencia, que tiene tal solidez que ha sido capaz de absorber un proceso tan difícil como la unificación alemana.

Es dé suma importancia, pues, que sea el Parlamento donde se encuentre solución a los problemas políticos del país y donde se defina la agenda parlamentaria así como la duración de la legislatura. Un Parlamento no puede estar a merced del chantaje de dos delincuentes condenados en sentencia firme, de la apelación al patriotismo de un medio de comunicación por muy desinteresada que sea, y de la instrucción de un proceso penal, por muy objetivamente imparcial que pueda ser considerada.

¿No se ha reflexionado sobre la hipoteca que supondría llegar al Gobierno de la Nación de esa manera?

Archivado En