Cartas al director

Dignidad en el suburbano

Hoy, de nuevo, hay huelga de Metro. Espero en el andén 24 o 25 minutos Y no viene ningún tren en mi dirección, en la otra ya han pasado cuatro. ¿Será que siempre voy en la dirección equivocada? Por fin aparece uno. Lleno, es imposible entrar. La gente se empuja, una señora está a punto de meter el pie entre el coche y el andén, se oye un comentario: ¡deje de empujar, no cabe! ¡Como no quiera que vayamos unos encima de otros! Siento que perdemos un poco de dignidad -de la propia y de la ajena-. Ya nos hemos convertido en, un poco más, animales.Viene otro, a los cuatro minutos de irse el que no ...

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Hoy, de nuevo, hay huelga de Metro. Espero en el andén 24 o 25 minutos Y no viene ningún tren en mi dirección, en la otra ya han pasado cuatro. ¿Será que siempre voy en la dirección equivocada? Por fin aparece uno. Lleno, es imposible entrar. La gente se empuja, una señora está a punto de meter el pie entre el coche y el andén, se oye un comentario: ¡deje de empujar, no cabe! ¡Como no quiera que vayamos unos encima de otros! Siento que perdemos un poco de dignidad -de la propia y de la ajena-. Ya nos hemos convertido en, un poco más, animales.Viene otro, a los cuatro minutos de irse el que no he tenido mas remedio que dejar pasar. Me zambullo en él, me siento zarandeado, empujado apretado, sin espacio vital y sin ninguna intimidad. Siento que, otra vez, pierdo -perdemos- algo de nuestra dignidad. Al fin somos auténticos animales irracionales.

Entiendo a los trabajadores de Metro -soy trabajador-, a los que no entiendo es a los que (sean trabajadores o empresa) se obcecan en no ceder un palmo, un milímetro, ¡nada! ¿Será porque la mayoría viajan en coche oficial?

Señores importantes, por favor, bajen a los andenes, esperen colas en las paradas de autobús, vayan ustedes mismos a recoger los billetes reservados, pasen las mismas penalidades que sufrimos el común de los mortales y comprenderán un poco más a la clase trabajadora. Luego, quizá, les votaremos.-

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