Las explicaciones sobre el placer sexual son las que más azaran a los padres

Los expertos recomiendan no dosificar la información a los niños

"¿Responderé bien?, ¿se me notará que tengo vergüenza?, ¿quién se lo dirá antes que yo?, ¿hay que decírselo todo?". Desde el consabido "cuando seas madre comerás huevos" de las abuelas, toda una revolución ha tenido lugar. La reproducción se explica en la escuela, el sexo se expone explícitamente en la televisión y en los quioscos, y los padres ya no se escabullen pensando que "se enterará por los amigos". Sin embargo, a pesar de la naturalidad que han aprendido a esgrimir los adultos, el placer sigue intimidando a la hora de explicárselo a un niño.

"Son las preguntas que menos y qu...

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"¿Responderé bien?, ¿se me notará que tengo vergüenza?, ¿quién se lo dirá antes que yo?, ¿hay que decírselo todo?". Desde el consabido "cuando seas madre comerás huevos" de las abuelas, toda una revolución ha tenido lugar. La reproducción se explica en la escuela, el sexo se expone explícitamente en la televisión y en los quioscos, y los padres ya no se escabullen pensando que "se enterará por los amigos". Sin embargo, a pesar de la naturalidad que han aprendido a esgrimir los adultos, el placer sigue intimidando a la hora de explicárselo a un niño.

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"Son las preguntas que menos y que peor contestan los padres", explica Félix López Sánchez, catedrático de Psicología de la Sexualidad de la Universidad de Salamanca. "Los niños no son capaces de entender del todo por qué alguien se da un beso de tornillo ni por qué eso es placentero, y les provoca una gran extrañeza. Son las más importantes, porque en ellas el adulto muestra con más claridad su actitud positiva o negativa hacia el sexo".Los niños empiezan a interesarse por la sexualidad entre los dos años y medio y los tres años. "¿Por qué yo tengo colita y mi hermana no? ¿Por qué papá tiene tanto pelo?". Su primera curiosidad son las diferencias anatómicas. Después vendrá el interés por el origen y todo lo referente al nacimiento: por dónde se sale y cómo, si duele, cómo ha entrado, el hermanito en la tripa de mamá... A partir de los seis o siete años es cuando empiezan a darles vueltas a cosas como por qué "se muerden", se abrazan o "se quejan" los adultos. "Muchos niños, por ejemplo, asocian el placer al dolor. Los gemidos o los gestos bruscos que ven en la televisión o en el cine les inquietan", afirma Ignacio Avellanosa, psiquiatra infantil del hospital Clínico de Madrid.

"No hay una sola manera de explicarles la sexualidad a los niños, ni una misma respuesta"', continúa López Sánchez. "Lo importante es que el niño perciba que quieren decirle la verdad, evitando palabras ridículas, obscenas o despectivas. Sobre todo hay que responder de manera concreta, en el momento en que surge la pregunta".

Curiosidad insatisfecha

El convencional "has venido al mundo porque te queríamos mucho" no satisface a un niño de cinco años que quiere saber de dónde y cómo ha salido. Lo más probable es que vuelva a la carga y que procure informarse en otro sitio si siente que sus padres se incomodan. A la inversa, una lección de anatomía le hará simplemente bostezar.Una de las preocupaciones de muchos padres con hijos en edad de preguntar es evitar darles más información de la que piden. "Creo que en esto no hay que matar la curiosidad, pero tampoco alentarla como se estimula el interés por la astronomía", comenta Carlos, un padre treintañero con un hijo de dos años y medio.

"No me gustaría que los niños fueran pacatos, pero menos aún listillos", dice María, madre de un niño de cinco años y de una niña de dos y medio. "Lo que sí me parece absurdo es contarles todo de pronto un día sin que ellos lo hayan preguntado".

Sin embargo, la curiosidad no se expresa sólo con preguntas. El silencio o la perplejidad son a veces mucho más elocuentes. Tomar la iniciativa con habilidad, aprovechando una noticia en la televisión, por ejemplo, no significa forzar al niño. El límite, además, no lo retienen aunque se les explique. "Si el niño quiere saber, no hay por qué dosificar la información. Igual que no se hace en ningún otro tema. Los niños, además, tienen, desde muy temprano, sus propias teorías y durante mucho tiempo éstas tienen más fuerza que la verdad", explica López Sánchez.

Pero tan importante como la claridad y la naturalidad es el respeto de la intimidad y del pudor. "Los niños a partir de cierto momento necesitan descubrir la sexualidad como algo íntimo. No es bueno que los padres indaguen de forma inquisitorial ni que expongan al pequeño a la manifestación explícita de su relación sexual. Esto puede ser tan dañino como la represión de toda curiosidad", afirma Avellanosa.

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