Tribuna:

Un hombre honesto e independiente

Ha muerto Adolfo Carretero, valenciano, magistrado del Tribunal Supremo, presidente que fue de su sala 5ª, vicepresidente del primer Consejo General del Poder Judicial y el último presidente del Tribunal de Cuentas, cargo al que, por causa de la más rápida enfermedad que acaba de abatirlo, había renunciado hace tan sólo unos días.No por frecuente deja de ser difícil aceptar un hecho de esta naturaleza, elementalmente opuesto a todo lo que pueda significar tarea o proyecto del futuro, en suma, ganas de vivir. La desaparición de un amigo deja siempre en quienes se quedan una dolorosa sensación d...

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Ha muerto Adolfo Carretero, valenciano, magistrado del Tribunal Supremo, presidente que fue de su sala 5ª, vicepresidente del primer Consejo General del Poder Judicial y el último presidente del Tribunal de Cuentas, cargo al que, por causa de la más rápida enfermedad que acaba de abatirlo, había renunciado hace tan sólo unos días.No por frecuente deja de ser difícil aceptar un hecho de esta naturaleza, elementalmente opuesto a todo lo que pueda significar tarea o proyecto del futuro, en suma, ganas de vivir. La desaparición de un amigo deja siempre en quienes se quedan una dolorosa sensación de vacío, pareja, sin duda, a la dificultad que encierra la búsqueda y el encuentro de la auténtica amistad. Recuerdo que me sucedió lo mismo cuando, hace cinco años y curiosamente también por estas fechas, se nos fue su hermano Antonio, igualmente entrañable amigo y compañero en profesión y en ilusionadas convicciones y voluntades para que, un día, la libertad y todas sus consecuencias fueran una efectiva realidad en España.

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En la muerte de Adolfo Carretero, lo mismo que en la de su hermano Antonio, no va a perdurar en mí el recuerdo del brillante magistrado, rápido y conciso en el diagnóstico de los problemas jurídicos y en sus soluciones, del prolífico publicista, del miembro destacado de aquella primera promoción de magistrados de lo contencioso-administrativo que pusieron en marcha la ley de 1956, en una época en que el control jurisdiccional de los actos de los poderes públicos y la defensa de los derechos humanos eran poco más que una etérea aspiración. Tampoco va a estar presente la rememoración de quien, por propios y afortunadamente reconocidos merecimientos, ocupó relevantes puestos en las altas instituciones judiciales del Estado.

Por el contrario, va a prevalecer en mí el recuerdo del hombre íntegro, honesto, humilde, independiente y digno que, precisamente por serlo y manifestarlo en todas sus actuaciones públicas, presumió y respeté siempre la dignidad en los demás. Porque bien sabido es que sólo quienes conocen y poseen la dignidad saben valorarla en el prójimo. Descanse en paz.Pascual Sala Sánchez es presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial.

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