Cartas al director

Antorchas en el metro

Yo no creo en el Estado policial, sino en la solidaridad ciudadana, y por eso dirijo mi carta a EL PAÍS, en vez de a las autoridades competentes. Me gustaría pedir a los humanos que comparten conmigo el transporte público, y muy especialmente el metro de Madrid, que, por favor, se abstengan de fumar mientras lo usán. Mi petición Parte de una razón puramente egoísta, que no es ni más ni menos que la de tratar de respirar un aire más sano. Todavía no me he parado a calcular el tiempo medio que una molécula de aire -o, en su caso, de humo- tarda en abandonar la red suburbana. Tal vez sea de tan s...

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Yo no creo en el Estado policial, sino en la solidaridad ciudadana, y por eso dirijo mi carta a EL PAÍS, en vez de a las autoridades competentes. Me gustaría pedir a los humanos que comparten conmigo el transporte público, y muy especialmente el metro de Madrid, que, por favor, se abstengan de fumar mientras lo usán. Mi petición Parte de una razón puramente egoísta, que no es ni más ni menos que la de tratar de respirar un aire más sano. Todavía no me he parado a calcular el tiempo medio que una molécula de aire -o, en su caso, de humo- tarda en abandonar la red suburbana. Tal vez sea de tan sólo unos minutos o tal vez más, no lo sé; pero en cualquier caso es suficiente para que sea respirada por varios de nosotros; los que vamos detrás en las escaleras mecánicas, o los que con paciencia esperan el tren. Quizá sería demasiado asumir que el no respirar humo durante la hora y media que cada día de mi vida me paso recorriendo las catacumbas de nuestra vieja ciudad me iba a prolongar la vida acaso unos segundos, y por eso no es éste mi argumento para que abandonéis vuestras antorchas en la superficie. Ya solamente aspiro a que mis células encuentren el oxígeno que necesitan para vivir un día más. Por eso no quiero recurrir al aburrido discurso de siempre: que si el uso abusivo del tabaco le cuesta millones a la Seguridad Social, o que da cáncer, o que el cultivo y el curado del tabaco están destruyendo los bosques de Tanzania y de Kenia. Quizá hoy yo tenga más suerte y me encuentre a un alma solidaria que escuche mi mensaje, porque, como dijo Matigari, el héroe inmortal del pueblo gikuyu, "no sirve de nada enfadarse sobre las cosas del mundo si no se hace algo para intentar cambiarlas".-

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